Vista desde las gradas de la plaza de toros de Córdoba, la semifinal de la Davis corrobora dos cosas: el acierto en la elección de la sede y la devoción del público por Rafa Nadal. Es increíble la fuerza que transmite y contagia nuestro "número uno", perfectamente secundado por el alicantino David Ferrer, que es otro seguro de vida para el tenis español. En cuanto a la ciudad, y a pesar del excesivo calor reinante, Córdoba ha ofrecido un ambiente magnífico y un trato exquisito y encantador para los cientos de personas que nos hemos desplazado para presenciar el cruce contra Francia. Es cierto que el público, totalmente entregado con España, quería algo más de emoción, pero los partidos apenas la brindaron, debido a la gran superioridad de los españoles en los partidos individuales y de Francia en el doble del sábado. Los marcadores, contundentes, son suficientemente expresivos. Ahora toca confiar en que las buenas expectativas que tiene Valencia para ser sede de la final se confirmen y ayudemos desde Alicante con una gran afluencia de aficionados.