Orquesta Nacional de España. Auditorio de La Diputación de Alicante. Obras: Jorge Fernández Guerra, Stefan Lienenkämper, Sofía Gubaidulina y Dmitri Shostakovich. Intérpretes: Orquesta Nacional de España. Solista: Garth Knox. Director: Nacho de Paz. Lugar: Auditorio de la Diputación de Alicante.

Que en Alicante no tuviéramos hasta hace bien poco un auditorio digno (obviando el Teatro Principal con las orquestas claustrofóbicamente enlatadas y sus limitaciones acústicas) sin duda nos hacía sonrojar a más de uno. Esta tímida vergüenza se convierte en bochorno cuando nos acordamos que no tenemos una orquesta en condiciones con una programación anual. Por esto, cuando el pasado viernes pudimos disfrutar de la Orquesta Nacional de España (ONE) en el recientemente estrenado Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), también más de uno sentimos que Alicante empezaba a tomar el rumbo cultural que desde hace años llevaba esperando y mereciendo. Esta vigésimo séptima edición del Festival de Música de Alicante (27 FMA) que, por algún designio generoso y casi inexplicable del destino, ha sobrevolado la crisis y los recortes culturales a los que se está sometiendo a este país (este año, incluso, han aumentado el presupuesto) nos ofreció un magnífico concierto inaugural inteligentemente programado y soberbiamente ejecutado.

Enmarcado en el Año España-Rusia, este primer concierto tuvo como invitada de honor a la ONE dirigida por un jovencísimo y valiente Nacho de Paz que a sus 37 años se pone frente a la Orquesta Nacional, prepara dos conciertos (el que estamos comentado y el que ofrece el sábado 17) generosos en duración y se mete en berenjenales como la última sinfonía de Dmitri Shostakovich.

Sin ser presuntuoso podría adoptar una actitud condescendiente y al hablar de un director joven podría decir que ha defendido dignamente el programa. Pero estaría faltando a la verdad. Mejor hablemos de intensidad, emoción, templanza, precisión y refinamiento de la mano de un director y de una orquesta que desde hace unos años está tomando el camino que le llevará a estar junto a las grandes orquestas europeas. Curioso resultó de cualquier manera que el día del concierto inaugural no estuviera programado ningún estreno absoluto en un FMA (antes Festival Internacional de Música Contemporánea de Alicante) que tiene como seña de identidad la difusión y promoción de obras contemporáneas.

Con todo, en la primera parte pudimos escuchar dos obras compuestas en los últimos años y estrenadas en su momento por la misma orquesta que esta noche las ha interpretado. Por un lado El vuelo de Volland, obra del año 2000 de Jorge Fernández Guerra (director de nuestro festival desde el año 2001 hasta la pasada edición), obra de grandes contrastes que van delimitando, casi como un juego, la tensión estructural que acaba disuelta en la evocación sonora. Solo en esta obra la orquesta, no sé si por inseguridad o desidia, pecó de cierta apatía que jugó en contra de la obra de Fernández Guerra. Igualmente estrenada por la ONE, Of thee I Sing (2010) del alemán Stefan Leinenkrämper, se sirve de altavoces alrededor del público para crear un efecto sonoro que une indisolublemente el devenir de la obra con su audición en vivo a través de la manipulación en directo del sonido natural por medios electroacústicos.

Desde que, hace unos años, me sumergiera en el mundo mágico de Sofía Gubaidulina de la mano del pianista alicantino Ricardo Descalzo (que actualmente ultima la edición de un DVD con la obra completa para piano grabado bajo la supervisión de la compositora) siempre me ha fascinado la capacidad de la compositora tártara de crear mundos sonoros tremendamente sugerentes que hacen que sea sin duda uno de las compositoras actuales que más aceptación tienen entre el público generalista. Lo volvió a demostrar en el brevísimo y bellísimo Fairytale Poem en el que pone música a un entrañable cuento que describe la vida de una tiza que sueña con dibujar palacios y jardines y a través del cual la autora hace una reflexión sobre "el destino del artista".

Zhdanov (creador del siniestro Decreto Zhdanov por el que se buscaba la purga de los compositores alejados del realismo socialista) se habría flagelado inmisericordemente si hubiera visto la obra de su, por momentos, dócil Shostakovich encuadrada en un festival repleto de "modernistas revolucionarios". Fuera de las anécdotas más o menos crueles de la historia, la versión que la ONE hizo de la decimoquinta sinfonía del autor ruso fue la punta de lanza de la calidad de un festival que año tras año va consolidándose como referencia en el panorama cultural europeo y que promete a lo largo de esta semana mostrarnos un caleidoscopio de las tendencias actuales en la música.