El sábado me sucedió algo excepcional. Abrí el quiosco como cada día y, sobre las 8.45 horas, Marisa, mi vecina, se asomó por la puerta y me preguntó que si había tomado café. A las 9 horas, Queco, el hijo de Pedro, apareció con un cartucho de churros recién hechos. Casualidades de la vida, coincidió con mi amiga Fina, la del Villalobos, que todos los sábados me regala la mañana con unos croissants pequeños, que están de muerte. Sobre las 9.15 horas, Amparo, tan atenta como siempre. Que si necesito algo. Palabras y pequeños gestos que nos llevan a grandes emociones.

Yo también, cuando a veces trabajo sobre un escenario, me gusta seguir la estela que dejan las palabras cuando son dichas. Ver dónde descansan y comprobar su efecto en quien las recibe. O lanzarlas al aire. Intentar provocar emociones.

Yo creo que, de un modo consciente o inconsciente, todos lo hacemos. La duda que me asalta, y es el motivo por el cual escribo estas líneas, es si Manolo Latour calculó bien el efecto de sus palabras al decir el otro día aquello de "en estos momentos está en el aire la nómina de diciembre y la paga extraordinaria de Navidad de los 1.700 empleados municipales".

Lo he cronometrado. A ritmo normal, tardé ocho segundos. Quise probarlo por segunda vez, pero en esta ocasión le puse un poco de "mala leche", apretando los dientes y alargando alguna que otra palabra y lo hice en diez segundos. Estoy seguro que Manolo utilizó la primera opción. Pero una cosa es que las diga yo y otra bien diferente el responsable de Hacienda del Ayuntamiento. ¿A dónde fueron a parar aquellas palabras? ¿Qué cambios y emociones han provocado? Y, ¿a quién? Otro cálculo. Un mensaje de ocho segundos y 1.700 familias estarán durante 9.158.400 segundos con la gran preocupación de si podrán hacer frente a sus pagos durante el último mes del año y, no quiero hablar de enfermedades como ansiedad, estrés, o del ambiente laboral que van a tener que soportar los funcionarios hasta el 22 de diciembre.

Manolo Latour lanzó sus palabras el pasado día 8, y a través de los periodistas, con parada y fonda en sindicatos y PSOE. Pero las lanzó al aire. Un error lo tiene cualquiera. Y más en política. Somos seres falibles. Pero también somos capaces de aprender de ellos, ¿no es cierto? Y de enmendar. Lo que me llama mucho la atención es lo asentado que está el PP en la "cultura de la queja", practicada especialmente en los últimos años y que, aún gobernando en la ciudad, mantiene. Ahora no toca eso. Lo que procede, a mi juicio, y se espera de quienes son responsables de la gestión municipal para ayudarnos a pasar este mal trago llamado crisis, es justo lo contrario. Alentar, promover, crear, ayudar, motivar, alegrar, dialogarÉ rectificar.

Al día siguiente de anunciar la falta de liquidez del Ayuntamiento, Pablo Ruz, responsable del Instituto Municipal de Cultura, informaba a bombo y platillo, la gran programación para este trimestre que nos situará en el centro del Universo. (Ésa, es otra, pero para otro día) ¿En qué quedamos? ¿Hay o no hay? Bueno, no séÉ ¿Qué quieren que les diga? PuesÉque supriman las fiestas, por ejemplo, o el transporte gratuito o los festivales, la cultura, el deporteÉ no sé, lo que ustedes buenamente puedan. PeroÉ el panÉ

Lo diré de otro modo: El panÉ ¡Ni lo toquen!