No es asunto local aunque haya manifestaciones locales entre indignadas y oportunistas contra su constitucionalización. Es un asunto, por lo menos, europeo (actualmente España, Italia y Francia) que sigue siendo misterioso porque sus consecuencias son claras: a más rigor presupuestario, más dificultades para la recuperación a la que aspiran.

El rigor presupuestario se puede conseguir con un aumento de los ingresos (impuestos, tasas) y/o con una disminución de los gastos (sociales, suntuarios, inversión, personal). Y las opciones políticas son, como se ve, variadas. Lo que es temible ahora es: 1. Ir únicamente a los gastos y, en concreto, a los fáciles, es decir, a los sociales (protección, seguridad social, sanidad pública, educación pública); 2. Ir únicamente a los ingresos y, en concreto, a los fáciles, es decir, a las tasas y, si hace falta, a los impuestos a los asalariados (y no de manera progresiva de forma que los más ricos paguen, como si fuesen escandinavos, más, en proporción a lo que pagan los demás); 3. Una mezcla de ambos. Pero el objetivo del rigor presupuestario se mantiene.

Sin embargo, ese rigor no tendría que ser un fin: en realidad es un medio. Pero un medio ¿para qué? También ahí hay respuestas variadas: 1. Un medio para sacar adelante agendas políticas de desguace del Estado de Bienestar conocido y publicitado (aunque no del Estado de Bienestar para ricos, cuya existencia es rechazada durante las vacas gordas pero a cuya teta se aferran los ricos en tiempos de vacas flacas); 2. Un medio para permitir que siga existiendo el sistema en el que vivimos desde siglos.

A este respecto, un colega me hace llegar un texto (Del capitalismo como "sistema parásito"), publicado por Zygmunt Bauman el 27 de diciembre de 2009 en Clarín. En él recupera algunas ideas de Rosa Luxemburg de las que, probablemente, también bebió Immanuel Wallerstein: el capitalismo realmente existente funciona mediante la "colonización" de sucesivos "territorios vírgenes" para explotarlos en beneficio propio. Esta colonización puede ser física (conquista, ocupación, "descubrimientos"), puede ser comercial (el neocolonialismo inaugurado por los Estados Unidos al sustituir a Inglaterra como potencia hegemónica colonial) o puede ser financiera.

En este último caso, el sistema actual se ha mantenido, indica Bauman, pasando del capitalismo del que hablaba Max Weber (austero, ahorrador, calculador, capitalismo inversor a partir de la fórmula S=I, ahorro igual a inversión, que usaba Samuelson) al capitalismo de consumo y, de éste, al capitalismo del crédito o prestamista que es el que habría entrado en crisis como todos los medios anteriores de mantener en vigor la regla básica del sistema. Dicha regla es la del beneficio o la de la acumulación incesante de capital, para lo cual "todo vale", como se ha visto en entidades financieras cercanas al lector.

Cierto que también intentó colonizar el espacio virtual o ciberespacio (proceso del que formaría parte la burbuja del punto.com en torno al 2000), pero siempre mediante burbujas que reventaban (es lo único que se sabe cierto sobre las burbujas: que revientan, como sucedió con la burbuja inmobiliaria en zonas del sistema -como el Japón en los años 90- y que ahora ha contaminado a todo el planeta con la de las "subprime" estadounidenses, con particulares efectos en las Españas, que tenía la propia).

Pues bien, lo que ahora mantiene vivo al sistema es la colonización del futuro: el beneficio de hoy se obtiene cargando sobre las espaldas no de los "salvajes" o de los "primitivos pre-capitalistas" como sucedió históricamente, sino sobre las generaciones futuras. Eso es, al fin y al cabo, la actual crisis de la deuda que, para gestionarla, exige rigor presupuestario como instrumento por parte de los gobiernos que han corrido en socorro del vencedor.

¿Se acaba con eso el capitalismo? No creo. Cuando se vio que ya no había territorios vírgenes (físicos) que colonizar, se pensó que el capitalismo entraba en "crisis terminal". Pero, de momento, el sistema ha sido capaz de superar las sucesivas "etapas superiores del capitalismo". En el caso anterior, mediante la invención del Estado de Bienestar. En el actual, mediante la aplicación del Estado de Bienestar para ricos y la colonización del futuro: con los datos de Javier Cuartas, en INFORMACIÓN, la semana pasada, un país como España que debe -entre público y privado- tres veces su PIB, es obvio que tiene que colonizar su futuro y aguantar mediante rigor presupuestario mientras pueda y no se invente otra cosa. Y es asombrosa la capacidad de encontrar soluciones para afrontar las crisis creadas por el propio sistema.