Cuando a lo largo de la historia se ha entrado en la dinámica de asumir noticias negativas sobre distintos hechos que han venido ocurriendo en las civilizaciones, siempre se ha producido un extraño efecto de creer la sociedad que el nivel elevado de dificultades era proporcional a las dudas que se creaban en la misma para poder afrontar estos problemas y salir de ellos. También ocurre en muchas personas que se hunden ante las adversidades, meten la cabeza en el agujero, cual avestruz, y esperan para ver si escampa. El problema es que esta tesis es la denominada "del milagro"; es decir, que esto lo arregle quien sea y si no me entero quién lo ha hecho mejor, pero ya se arreglará. Pero el verdadero problema es que esto no funciona en situaciones graves como la que vivimos, ya que esto no es una cosa de una idea genial aislada, sino del esfuerzo colectivo, aunque eso sí, bajo el patrón de personas que, actuando de gestores de la crisis, sepan cómo manejarla e ir ofreciendo vías, caminos, senderos y los mecanismos de conducción que hagan falta para que el colectivo sepa cómo y por donde conducirse.

Pero la teoría de estar esperando sin más para ver si los problemas se arreglan solos tiene, en el actual estado de cosas, muchos seguidores de este "movimiento doctrinal", porque parece que todos somos conscientes de la gravedad de la situación, pero a veces compruebas reacciones de algunas personas que parece que esto de la crisis vaya con otros, o se aplica la también recurrente doctrina de "vamos a pasarlo lo mejor que podamos aunque no peguemos un palo al agua", también de muy extendido seguimiento por muchos prácticos ante la gran cantidad de "apóstoles" que la divulgan. Porque eso sí, para esconderse de los problemas, aislarse de ellos, escurrir el bulto y ponerle pegas a todo tenemos en este país auténticos expertos, catedráticos y con mucho personal con cursos de postgrado y máster por doquier en el arte de la "desaparición". Además, estos mismos parecen seguidores del mago Harry Houdini, sí, aquel famoso escapista húngaro que allá por el año 1890 dejaba a la gente con la boca abierta por su facilidad para escaparse de todo tipo de ataduras y problemas que le creaban.

Pues bien, los seguidores del mago en la actualidad en la técnica del escapismo son miles y son expertos en la técnica de desaparecer o liberarse de ataduras, sean las que sean. Pero es que no conformes solo con eso, si alguien propone alguna medida para realizar un esfuerzo colectivo en un área determinada para ir dando pasitos para salir de la crisis siempre nos encontramos con movimientos críticos en contra de la misma apelando a los derechos consolidados y unas prerrogativas que no podrían ser vinculantes para el momento en el que estas se adoptaron, pero que las modificaciones introducidas con el paso de los años ha conllevado que las nuevas circunstancias sobrevenidas las tengan que hacer ineficaces. Ello, de la misma manera que en el Derecho Civil se admiten estas cláusulas para cuando se produce una modificación sustancial de las condiciones que existían al momento de celebrar un contrato y que hacen que con las actuales sea difícil ya de cumplir. Y es que parece que ante esto de la crisis algunos piensen que no va con ellos. Que habrá unos responsables que tengan que resolver esto, pero que a nosotros que no se nos pidan esfuerzos de ningún tipo para ayudar a invertir la evolución de este destructivo fenómeno. Por ello, si se proponen en algún sector cambios organizativos en la forma de hacer las cosas para primar más la eficacia y los resultados siempre tenemos movimientos críticos que prefieren mantener el estatus actual y no innovar por los problemas que los cambios siempre conllevan en las organizaciones.

En consecuencia, entiendo que llega un momento que ante la publicidad de tantas adversidades y el conocimiento de la real situación que atravesamos existen personas que o bien no quieren apoyar la búsqueda de soluciones si ello le provoca un esfuerzo personal adicional, o bien es que no se creen que sea posible que existan soluciones y simplemente optan por la vía de los brazos caídos esperando que esto lo solucione alguien, pero que nada les pidan a ellos. Por ello, la pregunta es fácil ¿nos creemos capaces con esta mentalidad de salir de la crisis, o habrá que empezar por cambiar la actitud de un gran sector de la sociedad y empezar a decirles a muchos que se den cuenta dónde estamos y del peligro que se está corriendo? A más de uno habría que "despertarle", porque muchos están dormidos y como no se despierten de una vez puede que no lo hagan ya nunca.