Si de algo saben los norteamericanos es de consumo. Sin empleo no hay dinero, sin dinero el ciudadano no puede comprar lo que producen la empresas. ¿Qué pasa entonces? El empresario despide a trabajadores porque a su actividad no le saca la rentabilidad proyectada o incluso echa el cierre en el peor de los casos. A menos actividad menos trabajo, menor consumo, mayor pobreza. El abc del capitalismo está en el consumo. Todo gira en torno a él. El plan de Obama prevé 450.000 millones de dólares para estimular el crecimiento económico y se basa en la creación de empleo con inversiones públicas en infraestructuras y beneficios sociales para los parados. Si a algún estado europeo se le ocurre semejante iniciativa en estos momentos lo expulsan de la Unión Europea. EE UU y Europa no van a aplicar la misma receta para salir de la crisis, y eso es una muy mala noticia para el resto de los mortales. En Europa gobierna la ortodoxia alemana basada en reducir el déficit. Es lógico que haya una contención del gasto, no se puede gastar por encima de tus posibilidades, pero la situación no puede llegar a tal punto que se recorte en política social, educación y sanidad: los tres pilares del estado del bienestar. Sin embargo, es tanta la obsesión que incluso Merkel ha obligado a España y ahora Italia -el país transalpino lo anunció la pasada semana- a incluir en sus constituciones un límite a la deuda. Es tal la fijación germana que incluso el economista jefe del BCE, Jürgen Stark, ha dimitido al estar en desacuerdo con el programa de compra de bonos españoles e italianos. ¿Qué le habremos hecho a este hombre? Nosotros somos disciplinados. Cumplimos con todo lo que se nos ordena desde la Cancillería y encima nuestra prima riesgo sigue una peligrosa escalada. Yo, si de capitalismo se trata, me quedo con la receta norteamericana. No en balde, ellos son los inventores de todo este tinglado. Algo sabrán...