Veamos. Tú estás pidiendo a la recepcionista que llame a la habitación de alguien con quien has quedado, y mientras hace su trabajo, un tipo bien vestido pero no relamido, con sus gafas de cristal tintado aunque es de día, de rostro inconfundible, se dirige a ti, te saluda con simpatía y dice que se alegra de volver a verte. Al día siguiente, mientras saludas a Juan Carlos Ortega, el de La 2, el de La mitad invisible, un programa que debiera verse en las escuelas, lleno de sensibilidad y admiración hacia todo tipo de creadores y sus creaciones, una de esas mágicas razones por las que en vez de escupir a la pantalla uno siente que ese chisme es adorable porque lleva a tu casa el perfume de la decencia y de lo mejor del ser humano para compensar la cara que te pone frente a la estulticia y lo garrulo con el perverso interés de fomentarlo, bien, mientras saludas a este señor con carita aniñada, y agradece el premio que le han dado a su programa, notas que el tipo de ayer, educado, espera a unos pasos a que terminéis de hablar, y cuando lo has hecho, te saluda de nuevo y te pregunta si llevas puesto Issey Miyake, y como te sorprendes eres tú quien le pregunta si es que también usa ese perfume, no, qué va, te dice, me encanta, es para confirmarlo porque me gusta reconocer los perfumes, y cuando no, pregunto por su nombre. Más. Si el mismo tipo, sentado en una butaca del teatro, a unos metros de ti, se ruboriza por la sorpresa de escucharse en la pantalla llamando en directo al programa de su mujer para decirle que lo mejor de su vida es ella, y ese tipo se llama Risto Mejide, una de dos, o ese tío nos la está metiendo cuando se pone borde en la tele, o es tan tímido que se protege creando un personaje odioso.

Informativos intercambiables

Quienes seguro que no tendrán que descubrir nuevas caras buscando la verdadera serán los responsables de informativos de La Sexta y Antena 3 cuando sus jefes firmen de aquí a nada el sí, quiero. La otra tarde, la voz de Mamen Mendízabal llegaba cargada de mal rollo. Un poco quieto todo el mundo, que nadie levante el culo de su asiento. De repente, como si aún no se hubiera despedido Cristina Villanueva de su Tarde directo, se oyó la voz de Mamen dando paso a la primera noticia del informativo. Ojo, he dicho primera noticia, es decir, la portada, es decir, lo más importante del día en el código al que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación. Se trató del robo perpetrado por una banda conocida como los 8 samuráis recogido por una cámara de seguridad. Con las ideas claras, el rigor informativo no descendió en la segunda noticia, es decir, a una noticia que no tiene la importancia de la primera pero conserva el pulso de la actualidad. Se trataba de la cornada que recibió un joven en una plaza portátil. Con el criterio de hacer informativos como programas de entretenimiento, apostando por el sensacionalismo como cebo, seguro que cuando Silvio González y José Miguel Contreras, Antena 3 y La Sexta, se den piquitos de amor y fundan sus negocios en uno solo para mejor honrar al dios de la competencia, el camino, al mirarse a los ojos, será tan fácil que Mamen podría sustituir a Vicente Vallés en día de bajón o Matías Prats dar paso desde La Sexta al Gran Wyoming sin que nadie notara la diferencia.

Corre, corre, pero para qué

Sé lo que es la televisión, gritaba al teléfono Rosa Benito, sé lo que es la televisión, pero tengo miedo, y tiemblo porque mis compañeros me han hecho mucho daño. Su cadena, como las anteriores, también sabe lo que es la televisión. Tanto es así que a nadie le extrañaría que esta señora, producto de la televisión, abriera un informativo porque su dolor es tan grande que está destrozada, como se leía en la pantalla mientras la charlatana hipaba porque sabe lo que es la televisión. Esa televisión. Traigo aquí de nuevo a Ana Pastor porque, por mor de la tele, la promoción de La piel que habito y las invitaciones a Antonio Banderas se producen cuando se producen, hicieron que el actor estuviera por la mañana en la televisión pública y por la noche con Pablo Motos en Antena 3. Claro ejemplo de monstruo con dos caras. No me voy a poner puñetero. Sabemos lo que se espera de una entrevista matinal cuyo invitado ocupa el mismo sitio que el día anterior pudo ocupar un parlamentario o el secretario general de un sindicato, y sabemos lo que se espera de una entrevista -hay que llamarla de alguna forma- que se encaja en un programa de entretenimiento, sobre todo si el mismo lleva el sello de un presentador deshilachado como Motos. El hombre imprime tanto ritmo que uno acaba con la lengua fuera. Pero siempre me pregunto lo mismo, para qué. Es la tele, estúpido, oigo a lo lejos a la petarda que dice que sus colegas le han hecho mussho daño.

De guapo a morsa

En los documentales culturales de La 2, el jueves, dedicaron el espacio a la figura de Enrique VIII. Hace apenas unos días que en La 1 vimos el final de Los Tudor, serie que te ponía el pelillo del sobaco de punta. En ella vimos cómo a Jonathan Rhys Meyers lo iban caracterizando conforme su personaje cumplía años, avinagraba su carácter, daba órdenes tajantes de matar a gente, incluyendo en la lista a dos de sus seis esposas, y se acercaba al hijo puta sanguinario que pasó a la historia. En el documental, sin tanto aparato cinematográfico, dramatizaron con un actor no tan guapo al rey, pero hablaban los expertos, los historiadores, que decían que de joven amable, cariñoso, educado y respetuoso con su pueblo pasó a ser un ser monstruo en lo físico y en lo síquico. El diámetro de su barriga sobrepasaba el metro y pico, tenían que trasladarlo en angarillas, el hedor de sus llagas era insoportable, y hasta el féretro se partió al no aguantar el peso de su cadáver. Vuelvo a Risto Mejide. En la tele tendrá que seguir osco y fiero detrás de sus gafas oscuras, pero el monstruo se diluye cuando se apagan los focos. Un tío listo.