Siempre supe que iba a volver a Elche, incluso el mismo día de principios de 1995 en que partí hacia Madrid para iniciar mi especialidad como psiquiatra. Mis mejores profesores de la facultad me animaron: "no te quedes aquí; vete fuera y aprende antes de volver". Tardé diez años en regresar, el tiempo que necesité para adquirir una adecuada formación que aportar a la Psiquiatría en mi ciudad. Atrás quedaron diversos lugares donde encontré maestros que me enseñaron que el enfermo mental es mucho más que alguien con alteraciones neuroquímicas: es ante todo un ser humano como cualquier otro, pero confundido en sus vínculos con el entorno y que necesita ser rescatado con la necesaria participación de su familia y de otros agentes sociales. Psiquiatras, psicólogos y demás sanitarios sólo somos intermediarios en ese proceso terapéutico donde la verdadera respuesta y solución radica en el propio paciente y su familia.

Desde que volví en 2005 que vivo empeñado en poder compartir estas experiencias y en contribuir a mejorar la calidad de la asistencia en salud mental de Elche. En este tiempo mi prioridad ha sido la atención a los enfermos mentales más graves con sintomatología aguda (primeros brotes psicóticos, descompensaciones dentro de la esquizofrenia o de un trastorno bipolar, alteraciones de la personalidad, trastornos adaptativos graves, riesgo suicida y problemas conductuales, entre otros), debido a tres razones fundamentales:

Son los que más sufren y los que a su vez más sufrimiento producen en su medio familiar.

Son los que cuentan con menos recursos terapéuticos en nuestro entorno, limitados a ingresos en plantas hospitalarias y a visitas de seguimiento más o menos espaciadas en el tiempo en los centros ambulatorios.

Son pacientes potencialmente recuperables y capaces de readaptarse a su entorno social si se les ofrece un tratamiento adecuado que implique todos nuestros recursos terapéuticos, sociales y familiares.

Numerosas experiencias en nuestro entorno demuestran que estos pacientes pueden beneficiarse de una intervención a tiempo en recursos específicos denominados genéricamente hospitales de día en Salud Mental. Se trata de centros ubicados fuera de los hospitales generales y psiquiátricos, en contacto con la sociedad, donde los pacientes y sus familias son atendidos a diario y de forma intensiva, evitándose así ingresos innecesarios, desenlaces dramáticos o la cronificación de su enfermedad mental.

Por tanto mi primer reto fue, y sigue siendo, conseguir un hospital de día para Elche. Para ello invertimos en un local en nuestra ciudad y lo dotamos de salas de terapia, talleres, cocina y todos los requerimientos necesarios y con este mismo fin promoví junto a otros profesionales la constitución de la Asociación Salud Mental, a la que después se fueron adhiriendo pacientes y familiares hasta un número superior a setenta asociados.

Desde hace más de seis años venimos ofreciendo a las administraciones públicas nuestro proyecto, mostrando nuestro centro y pidiendo apoyo para ponerlo definitivamente en marcha. Hemos contactado con el anterior equipo del Ayuntamiento de Elche y también con el actual, con la Conselleria de Sanitat e incluso con el Ministerio de Sanidad, entre otros. Siempre nos han respondido con amabilidad y dándonos su apoyo moral, pero sin que hasta la fecha hayamos conseguido un compromiso de colaboración para el hospital de día.

Sin embargo, ante la incesante demanda de pacientes y familias que acudían a la asociación y que necesitaban imperiosamente del recurso decidimos no esperar más tiempo e iniciar las actividades del hospital de día el pasado mes de abril. Es una apuesta arriesgada y comprometida, ya que nuestro hospital de día funciona desde entonces gracias a la colaboración voluntaria -no remunerada- de cuatro psicólogos, un psiquiatra y una enfermera. Son personas formadas específicamente a lo largo de los últimos años para llevar a cabo esta tarea. Los primeros pacientes ya vienen siendo atendidos por las mañanas durante varias horas de forma gratuita.

Esperamos que este servicio que ofrecemos pueda seguir adelante y consolidarse. Para ello es necesaria la ayuda de todos y, sobre todo, de las administraciones públicas. Porque la enfermedad mental no requiere sólo de un tratamiento biológico sino, sobre todo, del apoyo de nuestra sociedad: familiares, profesionales y políticos incluidos.