Los administadores de la Caja Mediterráneo hicieron públicos ayer los resultados provisionales de la entidad correspondientes al primer semestre del año: las pérdidas de 1.136 millones suponen un vuelco total sobre los dos últimos balances conocidos, cuando declaró 39,8 millones de beneficios en el primer trimestre y 244 de ganancias en el conjunto del año 2010. Esta diferencia responde sobre todo al deterioro de prácticamente 1.500 millones de euros en los activos de la entidad. Al margen de la obvia responsabilidad de los anteriores gestores de la caja, este salto en los resultados debe ser explicado con claridad por los administradores impuestos por el Banco de España, más si se tiene en cuenta que durante meses inspectores del organismo supervisor estuvieron "incrustados" en las oficinas centrales de la CAM controlando todos sus movimientos.

Estas pérdidas, por otro lado, arrojan una serie de incógnitas que deben resolverse lo antes posible. La primera pregunta que surge es qué ocurriría con el sistema bancario nacional si el Banco de España aplicara de forma generalizada los criterios contables que ahora parece haber impuesto a la CAM. Queda también por calcular si con estos resultados será necesario que el FROB inyecte más capital en la caja para absorber el deterioro de su valor. Y, en consecuencia, el precio por el que el banco Cam deberá ser vendido si el erario público quiere recuperar sus aportaciones. Preguntas de cuyas respuestas dependerá en gran parte la estabilidad financiera española en tiempos de turbulencias.