Acudí al encuentro de Vicente Vallés el día de su debut en los informativos de las 3 de la tarde en Antena 3. Siempre le he tenido simpatía y del mismo modo que hace justo un año asistí al bautismo de David Cantero en Tele 5, no podía perderme esta cita con el ex presentador de La noche en 24.

De todo lo que encontré en el suculento sumario del arranque oficial de la temporada, uno de los momentos que más me entretuvieron (y no hay que escandalizarse, los informativos entretienen, y cuanto más amenos son, más enganchan) fue aquel en el que Vallés, puesto en pie, dio paso a la sección A fondo. A los supuestos reportajes en profundidad que, con carácter atemporal, salpimentan la agenda diaria. Trataban de los pisos patera en Lavapiés. De las decenas de residentes que malviven en sus habitaciones. Y hablaban los vecinos (españoles) sobre los abusos de los inquilinos (inmigrantes) que no respetaban las mínimas condiciones de salubridad.

Lo curioso del A fondo es que va subtitulado. Por un lado, escuchas lo que dice el pueblo. Por otro, lo puedes leer. Y ya se sabe, si lo que dice el pueblo, la calle, a veces, es muy fuerte, traducirlo a subtítulos, darle rango de oración, con sujeto, verbo y circunstanciales, con sus sustantivos y sus adjetivos, puede convertirse en osadía. Una señora de la calle se quejaba de que toda la escalera estaba llena de porquería. Porque estas personas, entre otras lindezas, no paraban de echar escupitajos. Y claro, los escupitajos y demás vomitonas, a la hora de comer, y en versión subtitulada, nos sacaron del letargo. Más que las primas de riesgo. La voz de la calle.