El pasado 28 de julio hice pública mi intención firme de no optar a ser candidato a las próximas elecciones generales en representación de los socialistas de Elche. Al día siguiente, el Presidente Zapatero anunció el calendario electoral que conllevará la celebración de elecciones generales el próximo 20 de noviembre.

La suma de ambas circunstancias supone para mí el inminente fin de una intensa etapa de presencia en las Instituciones y de representación de los ciudadanos bajo las siglas de mi Partido, del PSOE; primero en el Ayuntamiento de Elche, donde como concejal del PSOE tuve distintas responsabilidades en el equipo de gobierno encabezado por el alcalde Diego Maciá; y después en el Congreso de los Diputados, formando parte del grupo parlamentario socialista encabezado en los años iniciales por Alfredo P. Rubalcaba y ahora por nuestro actual portavoz, José Antonio Alonso.

Esta ha sido una decisión meditada y madurada, que obedece a una forma de entender la política y la participación en la vida política. Siempre he pensado que estar en las Instituciones representando a los ciudadanos, debe ser un periodo concreto y definido en la trayectoria vital de una persona. La representación política, por propia naturaleza, es un mandato temporal; y esa temporalidad puede prolongarse más o menos, según los casos, pero la política no puede ser concebida ni como profesión ni como empleo, sino exclusivamente como esa actividad temporal de representación de los ciudadanos en las Instituciones. Porque, a mi juicio, cuando se difumina la temporalidad y se tiende a la permanencia indefinida, -salvo en escasas y honrosísimas excepciones- se corre el riesgo de desnaturalizar el mandato y de empobrecer la política, contribuyendo así a provocar el temido distanciamiento entre representados y representantes.

Tras ella, late el debate, clásico en la izquierda e infrecuente en la derecha, de la limitación o no de los mandatos; en este caso, resuelto por la vía de la autolimitación, que es sencillamente lo que me he propuesto hacer: autolimitar mi presencia en candidaturas, cerrando mi etapa en las Instituciones con sosiego y naturalidad, para después resituarme profesionalmente como abogado, sin ningún tipo de trauma ni tampoco de privilegio.

Formuladas las razones fundamentales de la decisión, sólo tengo palabras de agradecimiento. Agradecimiento para mis compañeros de partido, que me han dado grandes dosis de confianza, apoyo y también afecto, en todo momento. Y agradecimiento también para los ilicitanos, para los que votaron las candidaturas de las que he formado parte y para los que no las votaron. De unos y de otros he recibido mucho respeto y consideración personal; y además, de los votantes y simpatizantes del PSOE, innumerables muestras de afecto y de cariño y, por qué no decirlo, también numerosas y justificadas críticas.

También quiero dejar constancia que, pese a mi decisión, mantengo intacta la vocación política que me llevó a afiliarme al PSOE en 1986. Sigo teniendo la misma vocación por servir a los ciudadanos; sigo pensando que la política es servicio a la colectividad y herramienta al servicio de la persona para el progreso social; sigo pensando que estar en política exige un compromiso que se asienta sobre los pilares de la honradez, la austeridad, la transparencia, y la defensa del interés general. Y sigo pensando que los valores clásicos de la socialdemocracia libertad, igualdad y solidaridad, tienen hoy más sentido y vigencia que nunca.

Por ello, aunque paso a un plano menos visible, quiero reafirmar mi compromiso con el partido en el que milito desde hace ya más de 25 años, con mis compañeros y con los ciudadanos que confían en nosotros. También por ello expreso mi voluntad de mantenerme implicado en la acción política de los socialistas de Elche y mi pretensión de contribuir, como un militante más, a recuperar la confianza mayoritaria de los ilicitanos.

No puedo finalizar estas líneas sin expresar con tanta rotundidad como sinceridad, que esta ha sido una etapa de mi vida intensa y fructífera, en la que he aprendido constantemente, en la que ha habido momentos difíciles y situaciones inolvidables, y en la que me he implicado plenamente; en definitiva, una etapa apasionante. Espero que el otro lado de la balanza esté compensado y que la tarea realizada haya sido mínimamente útil para los vecinos y vecinas de Elche y haya servido para el objetivo con el que desde el primer día he trabajado: contribuir a hacer un Elche mejor.