Cuando llegan estas fechas, con cabañuelas o sin ellas, siempre recuerdo tres cosas que vienen a recordarme una época distinta, queramos o no y que cada uno se la tome como quiera o se la apunte en su haber. Lo mismo da, el caso es que ha estado ahí y tenemos que contabilizarla a la fuerza. La primera de ellas es aquel cine de domingo en el Oratorio Festivo de San Miguel, con el extinto Don Antonio Rodas, en el centro del pasillo, provisto de aquella campana que hacía sonar en el momento que observaba a los protagonistas propinándose un beso. Inmediatamente exclamaba: "¡Son hermanos!... ¡son hermanos!...", así era la inocente santidad de nuestro querido Don Antonio. Eran los primeros domingos en septiembre.

La segunda es aquella película inolvidable: "Cuando llegue septiembre" protagonizada por Rock Hudson, Gina Lollobrigida y Sandra Dee, y dirigida por Robert Mulligan. Su recuerdo nos toca, al menos a mí, un rinconcito de las nostalgias que tenemos del pasado. La tercera es una consecuencia de la segunda. La música de "Cuando llegue septiembre, todo será maravilloso...", cantada por Gelu o por The Rocking Boys... una gozada en el recuerdo de una época que no volverá.

Pero claro, cuando volvemos a la realidad del arroz de los tres puñaos, nos encontramos con una serie de historias para no dormir (que diría Narciso Ibáñez Menta) que nos joden soberanamente lo poco que hemos disfrutado del recuerdo, porque en realidad, todo lo bueno para los pobres soñadores, es efímero. Resulta que con la que está cayendo, a nuestros políticos se les pone el mundo por montera y quieren resucitar la vieja Plaza de Toros, arrumbada durante años y ahora, precisamente van a reconstruirla, "tal vez no haga otra cosa, pero esto se queda hecho..." (Palabras de la señora Moreno).

Por otra parte, se plantea también una vieja idea: la desviación del río a su paso por la ciudad, con la construcción de un "by pass", algo que nos dejaría sin la tradicional imagen de la ciudad, pero ganando unos 600.000 metros cuadrados para zonas verdes que jamás veríamos, porque pienso que, en la secuencia de trabajo lógico de esa gran obra de ingeniería hidráulica, lo primero sería construir el "by pass" y, una vez terminado, recuperar el lecho y toda la superficie del río desde la entrada de Orihuela, hasta su salida. Mientras tanto (muchos, muchísimos años) ¿Quién soportaría la dejadez del viejo río con sus aguas muertas o secas, olores, suciedad, ratas, etcétera? Y después, ¿de dónde sacaríamos el dinero para recuperar ese lecho y reconstruir la ciudad? (más y más años). Algo tiene el agua cuando la bendicen y ese proyecto faraónico algo tendrá cuando ha sido desechado ya varias veces en el trascurrir de los años. (Si alguno tiene interés, que indague y verá desde cuando estoy hablando). Y digo yo, ¿no sería más bonito mantenerlo, cuidarlo, limpiarlo, ajardinarlo y hacer que circule el agua como es debido?... ¡qué bobadas!, ¿verdad?

Y el seminario, un parador. Bueno, habrá que pensar primero en los accesos, que tal y como están, necesitan de más obra que las de la reconversión del Seminario en parador. Y una vez allí, ¡hala! A gastar que son dos días... Y, ¿por qué no se construye un funicular hasta la Cruz de la Muela? Y se hace allí el parador o un merendero (¡ah!, se me olvidaba que es un símbolo religioso y hay que quitarlo, según dice el leguleyo del barranco).

Y no sigo porque me entran ganas de morder, la tensión me sube y dice mi santa esposa que se me hincha la vena del cuello. Yo, en cuanto pueda, le cuento esto a mi amigo Emilio Ortuño, que al menos, nos reiremos un rato y nos recordaremos que somos de la misma quinta y nos tuvimos que conformar con la mierda que nos dejaron los listos de la Guerra Civil. ¡Listos... que sois todos unos listos!... y no quiero tampoco mentar lo de la memoria histórica porque si no, me sale aquel poema: "anoche pensando en ti/ hice un raro movimiento...".

En fin, a lo que iba con aquello de lo que está cayendo. Que hay cosas más importantes que hacer que pararse en toros y espadachines de viejo cuño. Que hay que pagar a todo el mundo, a los que se les debe mucho y no pueden seguir sus empresas porque no cobran; a los que tienen muchas facturas metidas en el Ayuntamiento y no paran de suplicar... sí suplicar que se les pague para poder comer; a los que piden trabajo y están viendo como hay mucho camuflado, enchufado y sinvergüenza que cobra sin trabajar de la teta común; a los cientos y cientos de parados; a los que pasan hambre a diario y tienen que escarbar en los contenedores de supermercados; a los que no tienen un techo donde poder vivir con un mínimo de dignidad... a tantas cosas. Los oriolanos no votamos a un Ayuntamiento para que nos hiciese plazas, paradores y desapariciones del río... votamos a un Ayuntamiento que solucionase primero los problemas de Orihuela y sus gentes y después, cuando llegue el bienestar, que se hagan plazas de toros o de elefantesÉ eso será en otro septiembre maravilloso.