M ientras el mundo de nuestro alrededor se tambalea, hay personas que son capaces de navegar entre lo etéreo de los sueños y una realidad que aprecian tan intangible como lo ideado. Poetas de lo cotidiano, cercanos y próximos, a los que pocas veces atendemos sumidos como estamos en una vorágine de desencuentros colectiva y personal. La belleza de la palabra, que no es otra cosa que expresión de la llamada del espíritu que insiste en brotar por encima de lo prosaico, es lo que he encontrado en esta suerte de hibernación estival, en los poemas de Paz Castelló, cuyo blog es un baúl repleto de misterio, a la vez que de retos inalcanzables si no se traspasa la línea de lo perceptible. Vale la pena abandonar de vez en cuando el equipaje cotidiano y adentrarse en las brumas de la poesía y de la prosa de quienes, como Paz Castelló, parecen haber pactado con un mundo que se encuentra en otra dimensión y al que se han acostumbrado a viajar con la facilidad que concede la sensibilidad.

A viajar hacia Utopía, ese lugar que para ella "no aparece en los mapas porque es intangible, pero no por ello irreal", un lugar en el que quiere instalarse de forma permanente, un espacio que es éste aunque no lo percibamos. Porque Utopía es la felicidad y Paz, que la intuye cuando se sume en sus palabras, la percibe como "etérea, que se evapora"; la felicidad "consiste en su búsqueda". Utopía es Ítaca, la Ítaca de Kavafis, de Llach, un destino sin fin, un rumbo no escrito, un argumento inacabado e inacabable. Instalarse en Utopía, en la felicidad, es, simplemente para Paz, caminar, vivir plenamente.

Libertad. Palabra tan usada como incierta. Libertad que se busca toda la vida y que se olvida cuanto más se avanza en edad, se penetra en los esquemas de una sociedad que nos ata a veces sólo por un precio vil. La poeta plasma un deseo tan ancestral y lo hace con tanta sencillez que asombra. "De mayor quiero ser libre para decir lo que pienso, sin pensar a quien digo". Ser libre sólo para manifestar el pensamiento, el sentimiento, sin discriminar el momento, sin reparo en manifestarlo, sin miedo a ser descubierto, sin temor a ser atacado por ello. Ser mayor debiera significar y comportar la libertad, ganada con los años y la experiencia, que a veces ata más que libera.

La vida está llena de casualidades. En ese camino infinito no siempre se halla lo que se busca y no siempre se debe buscar, pues la casualidad está al acecho y bueno es no perder la oportunidad que te brinda un hallazgo, un momento, una luz. Porque, como dice Paz, "casualidad es que la vida te escoja para su guión". No está escrito, ni debemos escribirlo con mano de hierro, pues la riqueza de las vivencias, siempre casuales, te elige, sin que se sepa exactamente en Utopía por qué, para un guión que escribe el azar, el destino si existe o, simplemente, los que nos rodean. Pero, para aceptar los envites de la existencia hay que ser duro, arriesgar, jugar sin trampa, con todos los sentidos abiertos, sin temor: sólo así es posible apreciar lo que viene en toda su intensidad. "Quiero apostar todo a una carta". Y, nos dice, "sobrevivo porque soy dura, pero susceptible de derretirme como la nieve". Dureza, fortaleza para emprender y afrontar los retos que impone la felicidad, pero ternura, debilidad, amor, para sucumbir a lo que emana del espíritu, a lo que surge de quienes te acompañan en este sendero tortuoso, pero hermoso, que es la vida.

Paz Castelló se enamora del amor a cada frase, se enamora de los sueños cada minuto, ve con sus ojos lo que los demás no intuimos. Ha sanado de la ceguera colectiva e impuesta que ve sólo lo que perciben los sentidos. Descubre en cada cosa un ser paralelo, de colores o en blanco y susceptible de ser pintado según el pincel apropiado para su brillo.

El blog de Paz Castelló (www.pazcastello.com) nos regala cada pocos días un manojo de sueños, un ramo de pensamientos, un aroma perdido, pero recuperable. Sumirse en ellos es alcanzar, aunque no podamos aprehenderlos con la firmeza e intensidad de la autora, momentos de una parte de lo etéreo, de lo que, por no costar, vale.

Sigue escribiendo y ofrécenos a quienes te seguimos un poco de ti, una pizca de tu sensibilidad, de tu ser, de tu experiencia hacia la meta nunca hallada. Un poco de Utopía.