C omo ustedes dos deben saber a estas alturas de la semana que ya fuga, al PSOE se le han fugado cerca de dos millones de votantes en las elecciones autonómicas y municipales. Pero habrían ganado de no ser, exclusivamente, repito, exclusivamente, por culpa de la crisis y la imagen negativa de Zapatero, ese diletante que al parecer, digo, al parecer y sin que nadie lo notara, se les coló un día en el partido para asestarle un golpe del que tardará mucho tiempo en reponerse. Por lo demás, ha ganado el PSOE, como esperaba, no en vano otro camino era posible: el camino sin retorno. Posiblemente por eso los ciudadanos han escogido el otro camino. Pero habrían ganado de no haberse visto perjudicados por el lastre de Zapatero. Ahora nadie le conoce, nadie se acuerda de él, nadie ríe sus guiños con la ceja, sus boutades encantadoras, transversales y sostenibles, su infinita capacidad de improvisación, su innegable juego de cintura y rictus verbal para improvisar discursos sobre la inexistencia de la crisis, sus improvisadas recetas placebo frente a cualquier problema, sus divertidísimas improvisaciones nombrando ministros y ministras sin bagaje, preparación ni capacidad. Pero ahora nadie lo conoce. Sobre todo después de la derrota. No piensan en él.

Como ustedes dos deben saber a estas alturas de la semana que ya fuga, en la Comunidad Valenciana no ha perdido el PSPV, sino Zapatero, pese a que Alarte ha cosechado los peores resultados de toda la historia socialista en la Comunidad: otro camino es posible. En Alicante no ha perdido el PSPV, sino Zapatero, pese a que Elena Martín ha cosechado los peores resultados de toda la historia del socialismo alicantino: otro camino es posible. Y por eso en Elche no ha perdido el PSPV, sino Zapatero, pese a que los socialistas han gobernado ininterrumpidamente la ciudad desde 1979: otro camino es posible. En efecto, otro camino es posible: el camino de vuelta a casa. Nadie, ninguno de ellos y de ellas ha perdidoÉ de no ser por culpa de Zapatero y la crisis. Después de la derrota no pienses en mí. Nosotros y nosotras no somos culpables. Tú, sí, Zapatero. De ahí que mientras Carmen Chacón pide reflexionar seriamente sobre el mañana en la derrota y se inmola por su presidente, la miembra del Gabinete, Trinidad Jiménez, le contesta que todos y todas son tropa, coral, pero tropa, también el tambor. El mismo tambor militar que anuncia con cajas destempladas cómo ha desafinado la coral socialista con la música que le prometió al pueblo. Tambores lejanos de derrota que suenan a victoria para cada uno de ellos y ellas, no para Zapatero; por eso, como la derrota es huérfana, mañana en la derrota no pienses en mí. Piensa en el director de la coral. Pero piensen también cuántos y cuántas jamás habrían soñado estar donde han llegado sin la ayuda de Zapatero. Ahora no piensan en él.

Como ustedes dos deben saber a estas alturas de la semana que fuga, no existe entre los dirigentes socialistas locales, provinciales, autonómicos y nacionales, un atisbo de autocrítica, la más mínima muestra de asunción de responsabilidades, de reconocimiento de errores, de propósito de la enmienda, de decir los pecados al confesor y de cumplir la penitencia dimitiendo irrevocablemente. Bien al contrario: una vez elegidos para administrar la derrota, cuatro años más de sueldo. Mañana en la derrota no pienses en mí para dimitir. Ni en mis familiares enchufados y colocados, ni en mis amigos protegidos. Otros cuatro años más, y otros cuatro años más, y másÉ

Como ustedes dos deben saber a estas alturas de la semana que ya fuga, los analistas han explicado profusamente las claves de la inmensa derrota cosechada por el PSOE en toda España, incluído el País Vasco de Bildu, los buenistas y el Gobierno coral. Por eso, porque ustedes ya lo saben todo, solo resta constatar la injusta soledad del presidente Zapatero. Todos y todas sabían que llevaba al POE al fracaso; todos y todas sabían que no era un buen dirigente; todos y todas sabían que nos dejaba en la frontera de la ruina y la intervención; todos y todas sabían que nuestro peso internacional -también europeo- era cada vez más insignificante (constaten que Obama no ha venido a España ni vendrá, pese a que la coral gubernamental nos cantaba lo amiguísimo que era de Zapatero; pero sí visita Irlanda y Polonia, dos importantísimos países europeos). Todos y todas lo sabían, pero callaron al calor de los nombramientos, los cargos, los favores, la mediocridad, la estética "friki-gótica" de su política, los brindis a ningún sitio, las declaraciones pomposas e insustanciales y el amiguismo como único mérito para ascender. Ahora todos y todas culpan a Zapatero del fracaso, pero también son sus propios fracasos. Por callar, por consentir, por no denunciarlo a tiempo. ¿Injusta soledad? No, simplemente supervivencia de los vencidos. Mañana en la derrota, si no es demasiada molestia, no pienses en mí.