No, si al final va a resultar que la agenda cultural alicantina está que se sale, que hay más oferta que demanda y los atractivos culturales de la ciudad están muy por encima de lo que la población puede asimilar. Ayer, con independencia de las proyecciones del Festival de Cine de Alicante, que tienen lugar en tres escenarios distintos con entrada libre, la Sede Ciudad de Alicante ofrecía, a la misma hora, Io, don Giovanni de Saura dentro del ciclo de producciones rodadas en Ciudad de la Luz, mientras en Las Cigarreras se podía ver ¿Quién puede matar a un niño?, de Ibáñez Serrador. Ambas sesiones también con entrada libre. A falta de un preestreno, el Club INFORMACIÓN ofrece otras dos joyitas, Nowhere boy, de Sam Taylor-Wood, y Pequeñas mentiras sin importancia, de Guillaime Canet. Películas que se suman a las otras cuatro sesiones que oferta el Festival de Cine que dirige Vicente Seva.

Gracias al visionado de los dos primeros largometrajes a concurso de este festival, Carne cruda y La curva de la felicidad, hemos podido constatar la alta calidad de las proyecciones en el Aula de Cultura CAM. Nítidas, luminosas, impecables. Que el cine se vea y se escuche en condiciones óptimas no debería ser noticia, pero es que teniendo que soportar las condiciones en las que se proyecta en otras latitudes, el logro de la CAM bien merece un aplauso. Mientras siguen las películas, Nuria Espert llega al Principal con su monólogo shakesperiano y Armando del Río ha elegido el escenario del Gran Teatro de Elche para el estreno nacional de su particular Calígula, junto a Javier Pereira. Hay mucho más. El Cuarteto Tackas cierra la temporada de la Sociedad de Conciertos. Canelobre estrena número. África y su cine invaden Las Cigarreras. La Feria del Libro llama a las puertas. Música, libros, conferencias, talleres. Falta ver si hay público motivado para tanto evento.