Reconforta ver que, tras el aturdimiento inicial al no esperarse lo sucedido, el derrotado alcalde de Sant Joan haga autocrítica y saque el coraje: "Asumo mi parte de culpa, la gente no ha confiado en mí...La derrota cambia el guión. Con anterioridad había anunciado que, de ganar, al término de la legislatura me retiraría. En estos momentos pienso en trabajar por mi pueblo aportando ideas y en volver a presentarme". Es lo mínimo que se puede exigir: rabia, asunción de defectos para intentar corregirlos y un mínimo de pasión, coño. El problema no es perder sino cómo se lo toman. Y que lo que trasladen sea que les da igual ocho que ochenta. No nos engañemos. Dentro del pesepevé, la reacción de Edmundo Seva es una excepción. El magma de hacia donde ha derivado el espíritu socialista y, del aliciente que las diferentes iniciativas pueden provocar en sus seguidores para que estos se movilicen, se concentra en el proceso experimentado en Benidorm, que ahí sigue con Agustinet tembloroso de placer. Para más inri, el tránsfuga socialista más respaldado del Reino internamente ha sido uno de los pocos en hacerse con una candidatura en el primer lugar del podio. Y, claro, para reforzar la moral de la tropa indignada, que se rebela ante el "todo vale" un 15-M en la calle o quedándose en casa una semana después, el ínclito Navarro salió ayer para anunciar a la opinión pública que no descarta pactar con Gema Amor y que contempla "todos los escenarios políticos posibles". Pues vaya novedad tratándose de quien se trata. A diferencia de él, la ex responsable del Patronato de Turismo rompió amarras con su formación de toda la vida, dejó los cargos, se la jugó y tiene la llave en su poder. El ínclito ha enfangado a la formación -y ésta a sí misma- que representa hasta los tuétanos y nada más quedarse con la miel de la alcaldía en los labios tuvo los santos bemoles de sugerir y olé que las siglas le habían pesado. En el pecado llevan la penitencia.