Tal y como se esperaba, el PSOE ha sido barrido por el tsunami electoral. El castigo al modo como ha tratado la crisis ha sido enorme, desproporcionado, pero incuestionable. A ello han influido varios factores, unos más esperados que otros. Hay factores internos al propio Partido Socialista, como la gestión deficiente de la crisis y la pérdida de las señas de identidad de izquierdas, sucumbiendo inexorablemente ante las férreas exigencias del mercado. Hay factores externos, como la escasa industrialización de un país que sólo puede contar como motores para salir de la crisis al turismo veraniego y a la construcción; una farragosa legislación que invita, más que a otra cosa, a abandonar cualquier intento de convertirse en empresario, desesperando incluso al más osado; unos votantes, muy críticos y exigentes, capaces de hacer notar su descontento cuando es preciso, desviando su voto a otros partidos políticos. Entre estos se cuenta, sin duda, el movimiento del 15-M. Este movimiento ha sido saludado, con razón, como abierto, asambleario, innovador y lleno de esperanza porque, al fin, el pueblo hace oír su voz, tapada por la exigente reglamentación del partidismo político, que impone unos cauces por los que sólo pueden navegar los partidarios con carné, y no todos ni siempre.

Tanta conciencia crítica y exigente, ha sido, y es, alabada por propios y extraños, porque, entre otras cosas, ataca al sistema buscando alternativas. Confieso ser uno de los que de vez en cuando se ha acercado a merodear por la plaza de la Montañeta, a hablar con los indignados, a pulsar sus opiniones y, desde luego, no he encontrado entre ellos gente de la derecha política. Si contamos que, en toda España, la cifra de los componentes de este movimiento gira sobre el millón de personas, y que tal cantidad no está compuesta por gente conformista sino más bien crítica con el sistema, no es exagerado pensar que ese millón de votos ha ido a parar a otras formaciones políticas o han sido parte del voto en blanco y de la abstención. Esta situación y postura las veo paradójicas. En efecto, ser críticos con el sistema (todo el mundo da por sentado qué es el sistema) e identificar al PSOE con el sistema, castigándolo por ello, no parece muy sensato; a pesar de todo, al Partido Socialista se le ha castigado por la mala gestión de la crisis, aunque eso es otro cantar. La paradoja la veo en que siendo crítico con un sistema que prima la ambición, el egoísmo y el interés económico sobre todo otro valor, engendrando paro, pobreza y marginación social, se deje las manos libres, sin contrapeso político, a un partido, como el del PP, que es justamente defensor a ultranza de dicho sistema. Porque una cosa es pensar e idealizar y otra cosa bien distinta es hacer, llevar a la práctica con éxito una idea. Si esto no se cuida puede salirte el tiro por la culata y ocurrir justo lo contrario a lo que pretendías. En este caso la crítica se convierte en suicidio político; en cruel paradoja. Y la paradoja, en política, se acaba pagando. No es responsabilidad únicamente del movimiento 15-M; no, ni mucho menos; es responsabilidad, también de ellos, de la gente de izquierdas que sin tener alternativa política eficaz, se inhibe del juego del equilibrio político, dejando las manos libres a la corrupción, al nepotismo y al mercado, como último recurso legitimador de la democracia y del bienestar. Mucho habrán de trabajar unos y otros para enmendar la debacle tan estrepitosa del socialismo y de la izquierda insuficiente. Por evitar el voto útil, se ha convertido en inútil el voto.

Por no querer ser manejado por el sistema, hemos dejado que nos maneje a su antojo, sin condiciones y con un cheque en blanco. Por ser críticos con un partido, hemos dado carta blanca a un partido no crítico. Por buscar la utopía, caímos en la anti-utopía. El ex presidente Reagan se refirió a la sociedad emergente del nuevo sistema económico, a esta sociedad del mercado total, como "ciudad que brilla en las colinas", e, igualmente, a la sociedad de EE UU como "luz eterna", como "catedral de la libertad", como "guía iluminador eterno para la humanidad", como sociedad perfecta. ¡Ahí es nada! Nos espera este camino a partir de ahora. Apañados estamos.