S téphane Hessel ha sacudido muchas conciencias con su obra "Indignáisos" (Editorial Destino). Hace pocas semanas en Roma, para celebrar sus 96 años, Pietro Ingrao presentaba un libro titulado "Indignarsi non basto" ( Aliberti editore). El título y el contenido del libro complementan certeramente el de Hessel, dando un paso más, llamando a la acción, y a pasar de la indignación individual al compromiso colectivo.

Es bien curioso que en Ingrao y Hessel coincidan dos características. Una es la avanzada edad: en unos momentos como los actuales, marcados por el miedo al futuro y las dudas sobre como actuar, dos personas que superan los 90 años lanzan una señal de rebeldía. La segunda, es, salvando todas las diferencias ideológicas, el haber participado en la resistencia contra el nazismo y contra el fascismo. Dos personas que se jugaron la vida para lograr las libertades democráticas, enlazan desde la miedosa Europa con los chicos y chicas que en Egipto, Tunicia y tantos otros países de la otra orilla del Mediterráneo y más allá utilizan las nuevas tecnologías y arriesgan su seguridad para lograr la democracia que nuestro continente conquistó durante el siglo pasado.

Vivimos tiempos grises. Nos dicen que tan solo hay una única alternativa para salir de la grave situación económica: la deciden los "mercados" y la aplican disciplinadamente Gobiernos como el del PSOE que nos explican que hay que recortar derechos sociales para poder regresar al punto en el que nos encontrábamos antes de la crisis sin entender que la única solución es cambiar el modelo. Hay motivos para indignarse! Las circunstancias son diferentes en cada momento histórico: hoy, en nuestra casa el reto es defender el modesto Estado del bienestar que tanto ha costado construir y poner las bases de un nuevo modelo de desarrollo sostenible. Lo podemos hacer en democracia: aprovechémosla. Cada uno debe encontrar el instrumento con el que más se identifique. Y partidos de izquierdas y sindicatos deberían hacer un esfuerzo para estar a la altura, por superar sus insuficiencias, porque no son las únicas formas de actuación pero continúan siendo indispensables.

Indignémonos, pero no nos quedemos en la indignación. Hoy, en nuestra casa, hay motivos más que suficientes para la rebeldía colectiva.

Pero si votas en blanco, después no te quejes. Porque el voto en blanco siempre favorece al partido más votado. Si decides quedarte en casa y no votar, después no te quejes. Porque más allá del PP y PSOE, hay otra forma de hacer política.