El 15-M puede suponer un final y un principio de algoÉ o de todo. Es como si unos cuantos cientos de miles de jóvenes hubiesen leído el librito de Stephane Hessel, Indignaos, del que les hablé semanas atrás. Lo hayan leído o no, lo cierto es que empiezan a surtir efecto los consejos del nonagenario escritor, porque era imposible seguir con una pasividad colectiva tan enorme. Ciento veinte ciudades españolas vivieron el plante de miles de jóvenes que asentaron sus reales en los lugares más céntricos, con un grito común: "Basta ya!" y "Hasta aquí hemos llegado". Con la nostalgia que los años van cultivando no puedo sino recordar aquel otro mes de Mayo del 68 en el Barrio Latino parisino, que me cogió por pura casualidad en la capital francesa. Daniel Chon-Bendit, un anarquista de origen alemán que hoy ostenta el cargo de eurodiputado por Los Verdes, lideró aquel movimiento estudiantil que tuvo una enorme repercusión en el país vecino, y cuyo espíritu traspasó fronteras. No creo que aquí llegue a haber barricadas en las ciudades, ni que la repercusión social y política llegue a aquellos extremos, pero me congratulo de que las redes sociales hayan hecho el milagro de concienciar a un puñado de jóvenes desesperanzados y lanzarlos a la calle para protestar, sacándoles del largo aletargamiento en que estaban sumidos durante demasiados años, y que les era impropio. Así que esta tímida indignación juvenil creo que puede convertirse en algo positivo, y me lleva a esperar que a partir de las cercanas elecciones municipales y autonómicas las cosas empiecen a cambiar. Cambio que espero y deseo empiece por nuestra ciudad, acabando con el bipartidismo de los últimos veinte años ; las mayorías absolutas no conducen sino a actitudes despóticas que nunca son beneficiosas, y la entrada en el Ayuntamiento de otras fuerzas políticas, por exigua que sea su representatividad, servirá cuando menos para que los pasos que dé el gobierno municipal seas más controlado, vigilado y riguroso que lo ha sido hasta ahora. La Alcaldesa de las Flores tiene en su haber un lavado de cara de la ciudad que desde aquí aplaudo: más limpieza, más cuidado de las zonas verdes y lucha contra el grafitismo. En su contra, la gran asignatura pendiente de la atención a los colegios públicos en aquello que competa al gobierno municipal, y en la reclamación contundente a cumplir con lo que corresponda a la Consellería de Educación, cuya nefasta gestión es de todos conocida. La señora alcaldesa se mide por primera vez en las urnas (no olvidemos que hasta ahora no ha sido elegida, sino designada por turno), y es ahora cuando debe demostrar, si resulta vencedora en la contienda del domingo, si tiene altura política o no. Pero sea quien fuere el ganador de estas elecciones, le es imprescindible una reflexión profunda sobre la protesta juvenil. No abordaré hoy otros temas también de vital importancia porque requeriría mucho espacio y habrá ocasión para hacerlo; pero sí se impone la exigencia de un cambio de rumbo muy firme en el gobierno de Alicante en el que se escuche más de una voz, y en el que todos (todos) demuestren que harán simplemente lo que les está encomendado: defender la democracia predicando con el ejemplo, y donde no quepa ni la corrupción ni la desidia, sino la eficacia. Para eso les pagamos.

La perla. Pancarta para una manifestación: "No queremos realidades, queremos promesas"