La reflexión podría ser esta: ¿cómo estará el patio político del país para que el grupo de jóvenes (algunos no tanto) indignados del 15-M convocados bajo el lema "¡Democracial real, ya!" a través de las redes sociales vayan a terminar siendo los auténticos protagonistas de una de las campañas electorales más grises que se recuerdan? Su irrupción ha pillado tan de sorpresa a unos (PSOE), que no saben cómo salir del atolladero, conscientes de que el movimiento ahora no les suma si no que les resta; en tanto que otros (PP), andan en privado empujando para que el "tsunami" social de descontento que se visualizó en las cincuenta manifestaciones del pasado domingo, no se apague y llegue vivo hasta el día de autos, el 22-M, aunque en público se agarren a la retahíla de culpar a Zapatero de la muerte de Manolete y también de estas protestas, sin reconocer que ellos también viajan en el mismo paquete. Cómo, decía, no estará el patio que todo lo demás, incluidos Zapatero y Rajoy y sus monocordes mensajes, han pasado a un oscuro segundo plano. Algunos, parece claro, deberían hacérselo mirar. O quizás, es que ya no estén ni para esto, lo cual, además de triste, sería preocupante.