Premios de la Música. Los de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música. Los últimos del calendario. Si digo que la gala será presentada por el excelso Toni Garrido, y que por el escenario pasará gente tan grande como Carmen Linares, Alejandro Sanz, Joan Manuel Serrat o Rosendo, pueden imaginar las expectativas.

La semana pasada fue la de los Max, y mi indignación al comprobar cómo el semidirecto ofrecido por La 2 nos escamoteaba las palabras del discurso de Pepe Monleón ocupó más líneas de las esperadas, no dejando hueco para hablar de los otros.

Por eso no quiero dejar pasar una línea más sin aludir a Ángel Ruiz, verdadero mantenedor de la velada, un hombre que canta bien, baila bien, se mueve bien, actúa bien. Un artista. Un cómico que nos puso la piel de gallina cantando el tema que acompañó al obituario. La dramaturgia ideada por Juan Carlos Rubio, montando la farsa del falso ensayo general, nos remitió a esos programas televisivos que montaba La Cubana. Grande Natalia Millán y estupendos Fernando Tejero y Toni Cantó.

El Gran Teatro de Córdoba vivió momentos felices. Los tres primeros premios, a eso se llama arrancar en punta, los presentaron José María Pou y Carmen Conesa. El presentador del año pasado, el nominado Carlos Hipólito, protagonizó un momento divertido cuando se hizo el remolón a la hora de participar en esta edición como entregador. Pero al rato volvió a subir al escenario, revalidando triunfo.

Si algo quedó claro, tras ver y escuchar a Miguel del Arco, alma mater de La función por hacer, el montaje que hizo pleno, es que muchos Ayuntamientos tardan muchísimo en pagar los bolos en sus localidades. Seguro que el año que viene Veraneantes, su nuevo montaje, también estará en los Max. Que hayan cobrado todas las funciones es otro cantar.