En estas horas fúnebres del herculanismo, muy pocas conclusiones nuevas se pueden sacar ya de un equipo condenado tras su paso por el Manzanares. Ni siquiera sobre las posibilidades de futuro de la cantera, toda vez que Djukic se llevó a Madrid a cinco juveniles, pero optó por no sacar a ninguno, al contrario de lo que hizo con Luis Carlos cuando se jugaba el último resquicio de vida ante el Mallorca. Al menos, eso sí, los jugadores que salieron al Calderón se desempeñaron con dignidad y respeto al escudo. Es lo menos que se puede pedir, pero no todos han cumplido este curso con esa premisa básica. Mermado por las bajas, el técnico serbio dispuso ayer una defensa con tres centrales y dos carrileros para reforzar el eje y contener al Kun Agüero, pero el plan saltó muy pronto por los aires -una vez más- con el gol de Domínguez tras un mal rechace defensivo en el primer minuto. Se jugaba el Atlético su presencia en la Liga Europa y salió decidido a finiquitar el partido cuanto antes. Para ello contó, sobre todo, con un inspirado Reyes, que hizo mucho daño entre líneas con sus pases filtrados. Djukic quiso levantar un muro en la zona de atrás pero los de Quique ganaban con frecuencia la espalda a una defensa con desajustes en el nuevo esquema. Más de media docena de oportunidades claras fallaron los colchoneros frente a un Hércules que careció de mordiente como en tantas otras salidas. Tampoco ha mejorado el repertorio atacante y el patrón de juego, salvo que invente Kiko , se limita a circular el balón por fuera para centrar desde la banda sin que aparezca nunca un rematador. Ni siquiera marcó de penalti Trezeguet, que luego empató tras una buena prolongación de Juanra. Qué largo y tedioso es el fútbol cuando no hay nada en juego.