Les confieso que estoy más que harta de la campaña electoral, que cada vez dura más. Porque no se limita ya a los 15 días que marca la ley, sino que se extiende de una convocatoria electoral a otra. Tengo la sensación de que la campaña es permanente. Y cansa mucho. Por fortuna, el primer día de campaña oficial tomé un vuelo barato y me fui, en buena compañía, a la costera ciudad marroquí de Essaouira. Fueron unos días maravillosos, relajados, sin Internet, sin tele, sin radio, sin periódicos y sin carteles electorales. Ni siquiera el omnipresente retrato del rey de Marruecos lucía visible en la mayoría de comercios de la ciudad. Regresamos a Alicante el lunes, bien avanzada la tarde tras el habitual retraso del vuelo. Pocas maletas había que deshacer y nos abalanzamos sobre los ordenadores y el televisor con avidez a ver qué nos habíamos perdido. Repaso a las portadas digitales de los periódicos habituales y zapeo rápido por los telediarios de la noche hasta que mi hijo se apodera del mando. Al parecer, nada nuevo bajo el sol, o más de lo mismo: sólo campaña electoral. Quién me iba a decir a mí que justo el día anterior se habían cometido dos asesinatos machistas: ni una palabra.

La semana se presentaba bastante plana, pero el miércoles tembló la tierra en Lorca con las terribles consecuencias que ya conocemos. El jueves, suspendida temporalmente y sólo por ese día la campaña electoral, charlando con unas amigas me enteré por ellas que tres mujeres habían sido asesinadas el pasado fin de semana por sus parejas o exparejas. Ignoro si en Bescanó (Girona), donde asesinaron a Cándida el día de arranque de la dichosa campaña electoral, los partidos políticos dejaron de lado la contienda para centrarse en luchar juntos contra esta lacra. Tampoco si algo hicieron en Almería y en Madrid por los asesinatos de Arantxa y Mª Sol el pasado domingo. Ya les digo, el lunes por la noche no había ni rastro de estos asesinatos en los medios de comunicación. El martes, el delegado del Gobierno contra la Violencia de Género presentó las conclusiones de un estudio sobre concentración de homicidios por violencia de género que apunta a un "efecto imitación" que se produce tomando como referencia las noticias aparecidas en los medios de comunicación y que, por tanto, es importante mejorar el tratamiento de la información referida a los asesinatos machistas. No creo que esa mejora pase por una estrategia de invisibilización a través del silencio. Ya son 22 las asesinadas por violentos machistas en lo que va de añoÉ pero eso parece que poco importa, ya sea en campaña o fuera de ella.