Uno de los autores menos leídos y más citados es Sun Tzu, un militar chino que filosofó sobre la guerra en trece cómodos tomos compilados hace veinticinco siglos. Uno puede escribir "la semana tiene siete días" para recibir a continuación un justificado diploma de cretinez; pero si escribe "como dijo Sun Tzu, la semana tiene siete días", un manto de respetable sagacidad se posa sobre la frase. Yo también he sucumbido a su prestigio y tomo prestado uno de sus aforismos como carta de presentación de Mercedes Alonso: "La mejor victoria es vencer sin combatir". En términos occidentales contemporáneos, significa que una campaña electoral puede plantearse con propósito constructivo combinando la defensa de una gestión con propuestas de reforma; más frecuentemente, se desliza hacia la descalificación del rival, el boicot de su agenda o el patrocinio subterráneo de candidaturas que presumiblemente puedan restarle votos.

A Mercedes Alonso se le está aplicando el tratamiento vip: insinuaciones pueriles sobre su patrimonio, encerronas en coloquios con la colaboración de universitarios disciplinados y una epidemia de listas despechadas cuya máxima aspiración es morir matando. Sun Tzu arquearía las cejas antes de regalarnos otra de sus máximas envueltas en bolitas de alcanfor: "Es peligrosa". Evidentemente, maestro: para el PSPV, la diferencia entre una derrota digna o ejercer de Bin Laden mientras se aproximan los helicópteros pasa por conservar la alcaldía de Elche. No hablamos tan solo de la tercera ciudad de la región, sino también de una de las vigas maestras de la chabola que Alarte intenta levantar entre ruinas. Y, dígase lo que se diga, nadie sabe qué puede ocurrir dentro de un par de domingos. Hace cuatro años, al PP le faltó un concejal para provocar el cambio de régimen y esto se atribuye al único concejal que obtuvo Izquierda Unida. En realidad, ese concejal imprescindible se evaporó por los votos a algunas listas locales que sí fueron para el PP en las autonómicas.

Esta entrañable discriminación del voto siempre alegra la noche del escrutinio. Y, como en Elche el censo de disidentes del PP es apenas inferior al de palmeras, Alonso puede toparse con la oscuridad. Supongo que esto explica que camine como si estuviera disputando una final olímpica, haya contraído el "síndrome de sonrisa electoral" y dirija a su equipo con la marcialidad de una sargento israelí, que Sun Tzu consideraría como una de las sargentos más temibles del campo de batalla. De ella no puede decirse "manos blancas no ofenden" sin riesgo de que esas manos propinen un guantazo encantador o esquive la ofensa con una mirada que recuerda a la más mortífera Bette Davis. Muy prudentemente, el alcalde asegura querer debatir con ella con un entusiasmo descriptible. Alejandro Soler también ha leído a Sun Tzu, pero en este caso piensa en Napoleón: las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo. No siempre.