Desde siempre hemos escuchado la máxima:"Quien tiene padrino se bautiza". Ahora bien, el padrino ha de tener el bolsillo repleto o estar dispuesto a endeudarse por su ahijado. Luego, actualizando el símil a estos tiempos, apostillaríamos: "El que siendo de mi partido y esté conmigo, lo miraré con buenos ojos. El que se enfrente a mí, ni agua".

Así es como actúan los gerifaltes de la Generalidad con los que se atreven a presentarles cara. Estos son los hechos. Tenemos vivos ejemplos. En política o estás conmigo o contra mí. No hay término medio.

Pero, vamos al fondo de la cuestión: Nuestra querida Orihuela Gran Ciudad está como nunca. Radiante como ninguna otra de su entorno. Su reciente Semana Santa Internacional. Sin parangón. Dentro de poco Moros y Cristianos, por muchos adjetivos que apliquemos nos quedaríamos cortos.

Ahora bien, cabría aprovechar con mayor énfasis nuestra privilegiada riqueza -hay que recorrer muchos kilómetros para contemplar otro municipio con tal cúmulo de singularidades-. Tenemos de todo: Clima, con las mejores playas del litoral, cuajadas de banderas de todo tipo; riquísima huerta; montaña-senderismo; ciudad histórico-monumental. museos. Cruz de la Muela iluminada. Grandioso. Y sobre todo, buenas gentes. Pocos municipios reúnen tal cúmulo de dones. No cabe duda, la Madre Naturaleza y la mano del hombre han derramado todo su saber para con este rincón del planeta. Y que no se le saque partido a tanta fortunaÉ Triste.

Orihuela, y no decimos frivolidades, es uno de los municipios más extensos de España, con 385 kilómetros cuadrados. En longitud, desde la pedanía de Barbarroja al Puente de la Gleda -hoy Campoamor-, 84 kilómetros. En habitantes, casi 100.000 nos contemplan; durante el estío, 250.000.

No obstante tanta dicha, cabe reconocer que lo que se dice suerte, de la buena, no hemos tenido mucha. Al menos esta es la impresión que se percibe. Contemplamos, con enorme pesar, cómo desde hace cinco lustros estamos bastante anquilosados. Nuestro municipio no prospera, al ritmo que otros de nuestro entorno. Nos duele en el alma al observar como llegan autobuses cargados de gentes a gozar de nuestra riqueza arquitectónica y, después de saciarse de cultura, salen disparados a otras ciudades a reponer energías e ir de compras.

Lo que no sabemos es si ello será debido al nauseabundo estado en que se encuentra el río -actual cloaca- Segura -vengan vean, y si encuentran algo peor salgan despavoridos; o al calamitoso estado de suciedad -¿para cuando los contenedores basuriles soterrados?- del centro y periferia de la metrópoli. O tal vez al percibir tanto edificio en estado ruinoso -ver calles: San Juan, Feria, del Colegio, Luis Rojas, San Agustín, aledaños del Rabaloche-.O tanto establecimiento con letreros de: "se vende, se alquila, se traspasa". Deprimente. O acaso será por la falta de hoteles -un solo hotel en la gran ciudad, poca cosa es-.

De toda esta serie de desdichas no culpamos a alguien en particular, pero algo de responsabilidad tendrán los que han regido nuestros designios durante los últimos lustros. Deducción; se han esforzado más por su ego, que por su Oriola.

Sinceramente, ¿ustedes creen que si nuestro privilegiado municipio estuviere en manos de los que han regido o rigen poblaciones como Torrevieja, Almoradí, Monforte del Cid, Villena o Elche -nos limitamos a estas por cercanas-, estaríamos en tan lamentable situación? Lo gracioso es que estas ciudades son gestionadas por personas con dos brazos y dos piernas, eso sí con una cabezaÉ pensante, que vela por la prosperidad de sus pueblos. Así, demostrado está, se posicionan junto al que: "algo me pueda darÉ". Por ejemplo, el señor Camps ha subvencionado al municipio de Torrevieja con 120 millones de euros y al de Orihuela, ni los buenos días. Vaya empalago, hartazgo diríamos, al escuchar cada día los lamentos de los ciudadanos ante la deteriorada imagen de la "clase" política. El pueblo llano está harto de: indicios, presunciones, enfrentamientos intestinos, enchufados o comilonas.

Señores/as políticos/as, los que quieran estar, mentalícense, sus puestos les obliga a velar por la prosperidad de sus municipios, para ello les votamos, para eso cobran buenos sueldazos. Igualmente les condiciona a no discrepar del que tiene el poder de decisión. Sus enfrentamientos los pagamos los ciudadanos.

Por si les es de utilidad. Tomen nota: Los ejemplos arrastran, las doctrinas se archivan.