No se queden en casa, vayan y voten. Dense el gusto democrático de ejercer un derecho en libertad que debiera pasar por obligatorio en nuestra conciencia cívica y social. No importa que tengan decidido no votar a cualquiera de los partidos mayoritarios con opciones de gobernar, existen otras formaciones que con su ayuda pueden ser depositarias de su confianza, ejerciendo control y denunciando las irregularidades para contrarrestar las mayorías en solitario o con posteriores alianzas.

Si el panorama del espectro político tampoco les convence, no se dejen vencer. Puesto que la clase política no está por la labor de reformar la ley electoral e incluir la opción de listas abiertas, ni nos ofrecen la oportunidad de elegir al alcalde en una segunda vuelta en evitación de pactos anti natura con la proliferación de partidos bisagra creados a tal efecto en el ámbito municipal, acudan a la llamada de las urnas y escojan una papeleta y tachen, tachen nombres.

Tachen a aquellos candidatos sobre los que pesa una imputación de corrupción, tachen a los que aparecen como implicados en los sumarios varios que pululan por los palacios de justicia. Tachen a quienes hayan demostrado su incapacidad como servidores públicos, tachen incluso al cretino que algunos siguen buscando en su propia candidatura. Con sumo cuidado doble la papeleta e introdúzcala en el sobre correspondiente, su voto será considerado nulo, pero no me digan ustedes que no merece la pena darse el gusto de tachar a los que pretenden esconderse en el tumulto de nombres y apellidos de una lista cerrada, en vez de quedarse en casa aumentando una abstención que beneficiará a aquellas organizaciones empeñadas en impedir cualquier reforma en la ley electoral. Tachando también se vota.