Las escisiones de los populares pueden pasar factura al presidente provincial y candidato a repetir legislatura en el palacio de la estación. Tras los significados abandonos de preeminentes militantes en diversas localidades de la provincia y la creación de nuevas formaciones a competir con sus antiguos compañeros por el espacio electoral, Ripoll puede verse en una encrucijada de difícil solución. La esperanza que sostiene sus pretensiones se basa en que las mencionadas escisiones no mermen en votos y escaños a la oficialidad de su partido para que puedan recuperar y/o mantener alcaldías consideradas bastiones en el entresijo político institucional. Un segundo anhelo se asentaría en que su cercanía con los escindidos, lograra de éstos un apoyo a la candidatura que les despreció.

Difícil papeleta la que tiene Ripoll, pues no solamente depende su futuro político y social del resultado de estas elecciones, que mirarán con lupa sus enemigos voto a voto, barrio a barrio, sino que si pierde su ansiado sillón presidencial en la Diputación, perderá el último fortín del zaplanismo en Alicante, y ya se sabe que en política cuando hace frío los pesebristas abandonan con inusitada rapidez las prietas filas donde hasta ayer desfilaban marcialmente. El ocaso de un ismo de referencia puede hacerse realidad según vengan dadas las papeletas. Tanto el zaplanismo, como su sucedáneo el ripollismo, dejarán de ser referentes para afiliados y militantes en la provincia. Tras la época de carnaval, llega el vía crucis, la cuaresma pónganla en este caso como última estación marcada por la penitencia.