De edades parejas, pertenecen ambas a esa generación de políticos que han pasado directamente desde la Universidad al mundo de la política, con experiencias laborales nulas, trabajando siempre en el seno de sus partidos. Una en la esfera municipal en exclusividad, la actual alcaldesa, otra, la aspirante, de recorrido más amplio, diputada en Madrid en la legislatura que estrenó el siglo XXI, y actualmente secretaria de organización en la Comunidad.

Aventaja Castedo a Martín en popularidad entre los vecinos y en conocimiento de los entresijos de la casa consistorial, sus años de concejal a la vera de Alperi, y los de alcaldesa así lo confirman. En contra, las generales de la corrupción en su partido, las sospechas que sobre ella giran en torno al caso Brugal y su derivada del PGOU en el que su implicación puede terminar en los tribunales, y en menor medida Rabasa, activistas cívicos como la PIC y el frustrante Palacio de Congresos.

A favor de Martín, destaca más un demérito del adversario que virtud propia: la presencia en la candidatura popular de imputados e implicados por la justicia en casos de corrupción. De otro lado el hartazgo del ciudadano de ver a los mismos gobernando la friolera de cuatro legislaturas, lo que provoca lasitud y por ende corrupción. La inexperiencia en los temas municipales y su alejamiento de la sociedad alicantina, son factores que pueden volverse en su contra, como lo están el recuerdo de los ninguneados trasvases y los casi cinco millones de parados que aún no siendo de responsabilidad directa, si están en el debe de su partido como lo está la espantá de su antecesora.