Después de estos años de gobierno popular en nuestro Ayuntamiento de Elda, no negaré que ha habido aciertos y fracasos en muchos casos no achacables al equipo de gobierno del PP, pero en lo que casi todos estamos de acuerdo es que han instalado otra forma de gobierno, otra forma de gestión alejada quizá de las buenas maneras. Se ha echado en falta muchas veces la capacidad y el interés por el dialogo, la comprensión y el respeto al prójimo y a sus ideas, la predisposición a escuchar las quejas argumentadas, prevaleciendo autocomplacencia y la ausencia de autocrítica.

Estamos asistiendo a unos tiempos en los que vemos que la existencia de intolerancia no es cuestión de que exista democracia formal o no. La tolerancia es fruto de generaciones, de culturas y de historia. Cada vez se sustituye más el debate de ideas por la agresión personal, en cualquiera de sus formas, y se demoniza o se excluye a quien piensa diferente. Tenemos un concepto demasiado parroquial de lealtad y se tiende a adoctrinar en lugar de formar en pensamiento crítico, abierto a la discusión de todas las ideas. En un ejercicio sano de la política, si algo no nos gusta, debemos intentar cambiarlo por los cauces establecidos para ello: la libertad de expresión, el derecho a discrepar y a defender tus ideas, siempre desde el respeto y la educación y sobretodo, cuado llega el momento, votando entre varias opciones la que mas se acomoda a nuestra sensibilidad, modo de vida y forma de ver el futuro. Aparecen entonces propuestas, personas y programas distintos y nosotros los votantes, tenemos el derecho y el deber de elegir libremente una opción. Tenemos el derecho de ser informados convenientemente y a no ser engañados con promesas irrealizables y a no ser tan ilusos. Cualquier partido nos va a prometer que quiere modernizar, revitalizar, ilusionar, crear puestos de trabajo, cuidar el entorno, embellecer, diversificar la actividad productiva, bla, bla, blaÉIncluso algunos en un alarde de megalomanía, sacará de la chistera macroproyectos tipo Ciudad del calzado o del fútbol, campo de golf, bus guiado, disminución de impuestos, áreas comerciales y, otra vez el nuevo Plan General de Ordenación Urbana.

Todo humo, sólo promesas para oídos incautos y creyentes irredentos; sólo es la misma canción y letra elección tras elección ¿Cómo es posible que aún haya alguien que les crea, que seamos tan ilusos?

Las elecciones son imprescindibles por lo que suponen de aparición de nuevas ideas, personas y modos y después de cuatro años debemos tener claro lo que queremos para Elda. En las anteriores, se votó mayoritariamente una renovación total, pero las altas expectativas puestas en las muchas y grandes promesas, pronto se vieron frustradas y así, tenemos un pueblo adormecido, amordazado, con pocas esperanzas, sin vitalidad, incapaz de protestar ante tanta arbitrariedad y sectarismo, que se ha acomodado en las socorridas frases de "la culpa la tienen los otros", "todos son iguales", "tenemos lo que nos merecemos"É La sociedad está acostumbrada a convivir con la crisis, a decir que nada va bien y entonces empieza a pensar que la democracia no lo arregla todo; aparece el escepticismo y se va alejando del sistema, empieza a criticarlo y a aceptar cada vez más axiomas propios de los sistemas totalitarios y a no luchar por conservar los logros políticos y sociales hasta ahora conquistados. Y todo esto permitido cuando no fomentado por algunos poderes fácticos.

Mi esperanza es que todos los políticos no son iguales, que el poder no es un fin en sí mismo, que se debe respetar al adversario, escuchar a los distintos colectivos haciendo suyas sus propuestas de mejora y vencer mediante la convicción nacida de un programa atractivo y realizable y unas personas adecuadas.

Muchos políticos sólo quieren el poder para ejercerlo, la mayoría de las veces en manifiesta contradicción con las promesas que le llevaron a él y una vez conseguido este, su máxima ocupación es la obediencia ciega al partido para poder seguir con su nuevo oficio y estatus que de otra forma nunca hubieran conseguido por su evidente falta de preparación y conocimientos. Evidentemente, saben lo mediocres que son, pero los ciudadanos no deben saberlo para asegurarse un sitio en la próxima foto electoral. Esta necesidad de seguir en la lista por encima de los intereses de los ciudadanos que les han votado, trabajando sólo los últimos meses de la legislatura, inaugurando lo inexistente o variantes de lo mismo, colocando primeras y muchas veces únicas piedras de proyectos que nunca se harán o sacando de viejos cajones las mismas promesas con las que nos engañaron anteriores elecciones, lo mismo una supermaqueta para una superciudad, que un precioso modelo de proyecto virtual de lo que sea. Deben pensar que somos muy tontos y que vamos a seguir tragando sus milongas, sus fantasías y mentiras. ¡Ya está bien de engaños sea cual sea el color político! Los eldenses merecemos al menos tener la esperanza de que nos dirijan personas honradas, que gobiernen para el pueblo y no para su partido. Necesitamos en definitiva, buenos y honestos gestores.