Si en la sociedad civil hablamos de que todavía persisten las desigualdades entre el hombre y la mujer, en los ámbitos rurales debemos destacar una invisibilidad excesiva en determinados casos. El peso específico del colectivo de las mujeres rurales en la familia y en la explotación familiar no está reconocido. No se percibe más que en determinadas ocasiones, por parte de nuestros maridos y no siempre. A la larga, también los hijos reconocen la importancia del papel que hemos desempeñado a lo largo de sus vidas. Es bonito. Con nuestros madrugones y días de trabajo a la intemperie hasta en festivos, como los soñolientos domingos, hemos podido pagarles sus estudios e, incluso, costearles carreras en grandes ciudades. Hemos demostrado una gran perseverancia y ha merecido la pena.

Pese a la invisibilidad, desde la Asociación de Mujeres y Familias de Ámbito Rural (Amfar) entendemos que estamos viviendo un momento de cambios, donde la mujer empieza a desempeñar un papel prioritario en todos los ámbitos. Antes, sus funciones se limitaban prácticamente a las de peón, hoy ya hay féminas al frente de explotaciones agrarias, mujeres gerentes de empresas de frutas y hortalizas e, incluso presidentas de cooperativas de aceite, vinosÉ lo que demuestra que la revolución por alcanzar los puestos directivos, aunque más tarde y a un ritmo más lento (debemos reconocerlo), también llegó al campo.

Los avances que estamos consiguiendo evidencian hoy más que nunca que necesitamos medidas específicas que se traduzcan en un espaldarazo a las mujeres para acabar con las discriminaciones y potenciar el papel principal que posee en el sector agrario y ganadero, favoreciendo, por supuesto, nuestra implicación en la familia, algo que no debemos perder nunca, por mucho que nos "modernicemos'". El trabajo no lo da todo.

En estos momentos se está discutiendo la reforma de la PAC más allá de 2013, horizonte 2020, y verdaderamente echamos en falta medidas concretas, nuevas iniciativas que acentúen el valor y la importancia económica y social que posee la actividad desarrollada por las mujeres y madres del campo. Defender y potenciar las funciones que desempeñan se traduce en consolidar a las que actualmente estamos. Incorporar frescura, nuevas teconologías, formación, innovar, favorecer la conciliación de la vida laboral y familiar (aunque algunas trabajen en bancales ubicados cerca de sus hogares, el sector agropecuario exige muchas horas de faena)...

Introducir estos cambios permitirá potenciar la capacitación del trabajo, lo que además repercutirá en la creación de más empleo, tan necesario en la actualidad. Será beneficioso para todos, pero no hay avances. Seguimos echando en falta medidas concretas para favorecer que nuestra presencia sea más notable en el sector.

Las mujeres y madres rurales hemos luchado y trabajado mucho y seguiremos haciéndolo para alcanzar nuestras metas. Siempre lo digo, nos quedan muchos logros por alcanzar y tenemos que estar todas unidas y "remar" en la misma dirección para ir avanzando. Sé que continuaremos logrando mejoras poco a poco. Así ha sido hasta ahora, pero reclamo a las administraciones que apliquen medidas efectivas que nos favorezcan y dejen de hacernos aún más invisibles.

El pasado domingo, Día de la Madre, rendimos a las progenitoras un justo homenaje. Somos las únicas que siempre estamos de manera incondicional. No nos engañemos, el trabajo del padre sigue considerándose más importante. Nuestros actos nos definen como persona y hay que ser honesto y tratar de reconocer la importancia social, laboral, en la agricultura, la ganadería y, por supuesto, en el ámbito familiar que poseen las mujeres. Cuesta mucho esfuerzo mantenerlo todo y, día tras día, lo vamos consiguiendo, así que este homenaje nos lo hemos ganado a pulso.