La Congregación Vaticana de las Causas de los Santos ha hecho público el Decreto de Beatificación del Papa Juan Pablo II, que se ejecuta hoy, día 1 de mayo, fiesta de la Divina Misericordia. En este Decreto se exponen los motivos que han llevado a la Institución Vaticana a hacer pública la santidad de este Sumo Pontífice. Dada la personalidad cristiana y humana de este Papa, es interesante conocer las razones de esta beatificación, tal como las han reconocido la Santa Sede. Ante todo, el motivo objetivo es la extraordinaria perfección cristiana de la vida de esta persona. Analizada minuciosamente esta existencia, se descubre en ella, a lo largo de todos los años, un grado muy alto de perfección cristiana. Otro motivo es el reconocimiento popular, en toda la Iglesia, de esta santidad de vida, incluso antes de morir. Precisamente, apenas conocida la noticia de su muerte, fue un clamor popular pedir "Santo ya". Un nuevo motivo es la seguridad de que la elevación a los altares se convertirá en un estímulo para una vida cristiana más profunda y plena de todos los creyentes. Las mismas personas, que estuvieron más cerca de él, pudieron ver que, antes de sus entrevistas con sus visitantes, ya fueran jefes de Estado, altos dignatarios de la Iglesia, o sencillos ciudadanos, Juan Pablo II se recogía en oración por las intenciones de los visitantes y de la reunión a celebrar. El modo en que soportó sus sufrimientos hasta el final fue verdaderamente ejemplar. Sus intervenciones públicas, tanto sus Encíclicas como sus viajes apostólicos, fueron verdaderamente admirables, y dejaban encantados a todos por su calidad cristiana. Destacaron la creación de las Jornadas Mundiales de la Juventud, su apoyo a las diversas formas de actividad apostólica de los laicos en la vida y misión de la Iglesia, y su eficaz intervención para evitar la guerra entre países, frenar el crecimiento del odio y del terror, y superar el enfrentamiento entre civilizaciones. Tras la muerte en olor de santidad de Juan Pablo II, se han producido varios milagros por su intervención e invocación. El más notorio e importante ha sido la curación milagrosa de la religiosa Sor Marie Simon-Pierre, de las Hermanitas de las Maternidades Católicas, que sanó inexplicablemente de la enfermedad de Parkinson por la intervención de Juan Pablo II, tal como ha sido reconocido oficialmente.