En el año conmemorativo del 175 aniversario de la constitución oficial del municipio de Sant Vicent del Raspeig, y concretamente en estas fechas, estimo adecuado el rememorar como fue aquella Semana Santa, atípica y envuelta en especiales circunstancias; así como cuales eran y continúan siendo sus características, esencia e idiosincrasia desde el punto de vista de la antropología social.

En ese año de 1836, la Semana Santa cayó entre los días 3 de abril, Domingo de Ramos y 10 de abril, domingo de Pascua, y el cura de la parroquia, además de preparar la liturgia y celebraciones estuvo ocupado en otras tareas. Don Juan Montoyo, cura de la parroquia de Sant Vicent Ferrer de El Raspeig, fue el primer o segundo firmante (según se mire) del memorial o petición de segregación municipal de la partida.

Dicho memorial está fechado el 31 de marzo de ese año, y ello nos indica que las firmas y adhesiones a dicha petición tuvieron lugar en el transcurso de esa Semana Santa y las posteriores fiestas patronales; aprovechando la concentración de vecinos que residían de forma diseminada en la partida, en casas aisladas o pequeños caseríos.

Centrándonos en la celebración y actos religiosos, la característica más importante y definitoria de la Semana Santa Sanvicentera, es que la sociedad del "poble" celebra en esta festividad religiosa no la Pasión sino la Resurrección. En lo que se incide no es en el Calvario y la Crucifixión, sino la Resurrección y la Gloria. De ahí que su momento culminante no sean las procesiones de pasión y penitencia sino el "Encontre", la Gloria, ya que después de la pasión, el calvario y la crucifixión, viene la Resurrección, la Gloria, representado en el "dissabte de Gloria" i el "encontre de la Mare de Déu i el seu fill, del diumenge pel matí o diumenge de mona".

Algo que, por otra parte, es propio de esta celebración tradicional en el Antiguo Reino de Valencia: Resurrección y Gloria en contraposición a la Semana Santa castellana: Pasión y Muerte. Por tanto el momento culminante era la "Nit del Dissabte de Gloria", con la tradición de "llavarse el ulls" (lavarse los ojos), a "les dotze de la nit" (hora solar), comienzo del "Diumenge de Resurrecció o de Mona". La asistencia a "mitjan mati" (mediodía) a la procesión, era el momento de celebración con la "eixida a menjar-se la mona".

En tal sentido los pasos eran escuetos y modestos; los básicos y conservados durante el año en casas particulares. La publicación de las "Visitas Pastorales a la Parroquia sanvicentera", editados por el Cercle d' Estudis (Aura-Millán-Santacreu), así nos lo demuestra.

El itinerario de las procesiones: "Dijous Sant, Divendres Sant i la del Diumenge de Gloria", seguían un recorrido tradicional preciso por unas calles de tierra: desde la puerta principal del templo: Carrer Major, giraba a la altura de la actual calle Maestro Chapí por Carrer Forn (Pi i Margall), carrer Alacant (Pintor Picasso); volvía por San José hasta el carrer la Venta (Domínguez Margarit) y desde allí por la entonces Carrer San Antoni (hoy Salamanca), se dirigía por el carrer Major a la Iglesia.

La gastronomía sanvicentera en la Semana Santa era la propia de la comarca de l' Alacantí: la olleta de verduras, el bollitori (hervido de verduras y bacalao), potaje de "sigrons" (garbanzos), así como el "salat alicantí tradicional" y las verduras de temporada.

Sí, la Semana Santa sanvicetera de 1836, hace 175 años, fue especial, única y singular. La Iglesia Parroquial no sólo fue el centro de la festividad religiosa, sino que también fue, con el cura don Juan Montoyo a la cabeza, el centro de la organización autonomista pro-municipio. La "Casa del Cura" y su mesa de despacho uno de los lugares donde se redactó el manifiesto o petición.