En estos días se inaugura el flamante MACA, el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante. Aparte del núcleo originario del museo, la Colección Arte del Siglo XX donada por Eusebio Sempere a la ciudad, otras dos colecciones componen la exposición permanente del nuevo museo: el conjunto de piezas de Eusebio Sempere que durante años ha venido coleccionando el Ayuntamiento de Alicante, convirtiéndose así en la institución con más piezas de este autor en España, y con el conjunto de obras de Juana Francés, procedentes del legado que al fallecer dividió entre las ciudades que habían formado parte de su vida: Alicante, Madrid (Museo Reina Sofía), Valencia (IVAM) y Zaragoza (Museo Pablo Serrano). Esta donación incluye obras de todas las etapas de esta artista alicantina con vocación internacional.

Juana Francés nació el 30 de julio de 1924 apenas a dos pasos de donde se inaugura el MACA, en la alicantinísima plaza del Ayuntamiento, entonces de Alfonso XII. Ese mismo año una mujer fue en nuestras tierras, en Cuatretondeta, por primera vez alcalde en España [su nombre fue María Pérez Moya y fue la primera alcaldesa entre cinco elegidas en toda España], un hecho simbólico relacionable con la importante posición, pionera para la mujer, de Juana Francés en el arte contemporáneo de nuestro país.

Francés se inicia en el dibujo de forma autodidacta en su tierra, copiando de fotos, especialmente de actores de la época. Pero tras la Guerra Civil, la pintora se instala en Madrid, donde estudiará en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Al finalizar los estudios recibe una beca para ir a París, una primera salida al exterior que le abrirá los ojos hacia el arte internacional y que sería el preludio de los muchos viajes que realizaría durante toda su vida.

La primera etapa de Juana Francés es todavía figurativa, pero con una figuración hierática de corte surrealista, en la que la artista experimenta ya con técnicas como la encaústica en 1953, antes incluso que Jasper Jones, precursor del pop americano.

Los nuevos aires en el arte mundial, el informalismo, el expresionismo abstracto, llegan a España y los jóvenes artistas sienten que tienen que cambiar las arcaicas estructuras en las que se mueve el arte español. Tras una breve fase en la artista trabaja buscando un nuevo lenguaje, lo encuentra finalmente a mediados de los cincuenta en su etapa de informalista. Una abstracción matérica llena de pasión, de colores sobrios, que la harán formar parte del importante Grupo El Paso, durante un breve espacio de tiempo.

Al final de esta etapa, poco a poco surgen nombres, formas, que van dejando un tanto de lado la abstracción más pura hasta que surge un homínido, entre abstracción y realidad, un ser humano que está dejando de serlo, que se está convirtiendo en cosa. Es su tercera etapa, la del Hombre y la Ciudad, caracterizada por una visión pesimista y crítica, no exenta de ironía, sobre la situación del hombre en la era de las grandes ciudades, de los grandes edificios, del anonimato y la soledad entre tanta tecnología. Esta etapa es la más larga de su carrera, veinte años, en los que tanto la criatura como el marco que la envuelve evolucionan: de cuadros muy matéricos, a convertirse en cajas tridimensionales y más adelante en grandes instalaciones por donde el espectador puede pasear como si lo hiciera en una ciudad real contemplando en sus ventanas a estos seres indefensos.

Tras esta larga etapa, Juana Francés da un giro al color y regresa a la abstracción pura. Esta vez, vuelve a adelantarse a su tiempo con su interesantísima investigación en la pintura (gouache) sobre papel, que no siempre ha sido bien comprendida. En los últimos cinco años de su vida vuelve a trabajar estos temas en grandes telas, son sus Cometas y Fondos Submarinos.

Pero dejó cuadros sin terminarÉ, Juana Francés muere en Madrid el 9 de marzo de 1990, mientras estaba preparando una exposición en la galería Juan de Juanes de Alicante, que suponía un reencuentro con el público de su tierra. Cuando se inauguró la muestra, ya póstuma, la silla vacía que la acompañó horas y horas en su taller, homenajeaba la ausencia de la artista. La galería fue la primera en advertir al Ayuntamiento que Juana donaba un cuarto de su legado a Alicante, siempre y cuando en la ciudad hubiese un Museo de Arte Contemporáneo. Ella apoyó siempre a Eusebio Sempere en este empeño y lo reforzó con este legado. Por fin, Alicante tiene su Museo de Arte Contemporáneo, por fin, dos grandes artistas alicantinos tienen la sede para mostrar con dignidad y de forma permanente su arte ante sus conciudadanos.