Llevo algún tiempo sintiéndome cansada, algo fatigada; no sé, es como si fuera perdiendo vitalidad. Seguro que saben (o se hacen una idea) de qué les hablo. Es cierto que dedico mucho tiempo al trabajo, muy poco al dormir y compagino mal con todo ello la vida familiar. De la vida personal ni les cuento, porque me da la sensación que hace tiempo que la abandoné. Lo mejor sería tomarme unas vacaciones, pero como no puedo, ando dándole vueltas a la idea de tomarme unas vitaminas, ya saben, esas sustancias "necesarias para el perfecto equilibrio de las diferentes funciones vitales", según la RAE.

Seguro que han oído montones de veces esas cuñas publicitarias de la radio en las que anuncian esas cápsulas o ampollas (tanto da) con ginseng y jalea real que te proporcionan un plus de energía. Yo también, pero no les prestaba atención, salvo en estos últimas días en que, ya les digo, ando algo flojilla. Pues maldita la hora: detenerme en lo que dicen e indignarme ha sido todo uno. Paso de hacerles la publicidad citando el nombre comercial (he detectado dos marcas), pero la cuestión es que depende del sexo de quien necesite el dichoso plus de energía, ésta se dirige fortalecer o potenciar una u otra función. Así, cuando el anuncio es protagonizado por un hombre, éste se queja de que no "da la talla" en la cama, de la "obligación de rendir" el fin de semana, que si el "sábado, sabadeteÉ" o si tomándose el mejunje se "pone a mil"; incluso una voz de mujer se dirige al doctor: "que mi marido no funciona"É"no se preocupe, señora, con una cucharadita deÉ.ya verá cómo cambia la cosa". Pero si somos nosotras las que necesitamos de esa energía extra no es para aumentar nuestro deseo sexual (¿a quién le importa eso?) sino para que podamos apechugar con alegría con el trabajo en el mercado y el que nos espera en casa, con los niños.

Sí, son anuncios de vitaminas, pero para el mantenimiento de este sistema patriarcal. Las vitaminas necesarias para que los diferentes espacios, roles, actitudes y sentimientos que se asignan normativamente a las personas en función de su sexo biológico no se desactiven. Por desgracia no son las únicas vitaminas que este sistema recibe para asegurar su buena salud. Y es que el patriarcado, al igual que el capitalismo, tiene todo un equipo de expertos encargados de ello: desde las jerarquías religiosas a las agencias de calificación del riesgo económico y los propios gobiernos de aparentes democracias. No es falta de vitaminas por mi parte (y la de muchísima gente), sino la hipervitaminización de este sistema injusto la causa de nuestro cansancio.