D efinitivamente, el personaje se ha convertido en objeto de batalla política. Su reciente intervención ante el juez del caso 11-M ya había causado primero sorpresa y luego expectación por saber cómo reaccionaba ante la actitud impecable del magistrado Bermúdez : sanción de mil euros y remisión del caso al juez correspondiente. Y las reacciones que en su propio partido lideró Rajoy , acallando a los demás: El presidente aconsejaba que colaborara con la Justicia. Hasta ahí era ya conocido. El paso siguiente del ex director general de policía cuando se produjo la matanza de los trenes de cercanías ha vuelto a causar perplejidad: según relata un diario barcelonés, el ex director de Aznar intentó que el comisario García Castaño mintiera, porque más de 20 informes descartan vínculos entre ETA y el 11-M. Y, tras comprobar que no le secundaba quien él pretendía en sus tesis sobre eventual participación de ETA en los crímenes, Díaz de Mera revela, en carta al juez Bermúdez, el nombre de quién le contó que el informe ETA-11-M se cambió.

Relata al juez la identidad de su informante alegando que no le fue leal y por la presión de su partido y dice que se manipuló un informe para omitir conexiones. A su vez, este policía se defiende y niega cualquier relación con lo que Mera le atribuye. «Yo no hablé de ningún informe. Temo que facilite mi nombre para salvaguardar su posición en el PP», dice el comisario García Castillo, llamado en otros diarios García Castaño, en otra comunicación epistolar al mismo juez del Caso. Es más, los cuatro comisarios implicados ahora por Díaz de Mera le desmienten, e insisten en que nunca se manipuló ningún informe.

Y aquí, de nuevo, la controversia, pero ya más abultada, también en ámbitos políticos: mientras el PP aplaude al ex director, a quien Eduardo Zaplana dice que cree «a pies juntillas» y sin la menor vacilación, tanto el Gobierno como IU dicen que miente. Singularmente severo ha sido el ministro Rubalcaba , que se ve forzado a tomar parte en la polémica. El ministro, se supone que con buenos datos de su propio departamento, sostiene que De Mera acusa con datos falsos a dos policías para justificar su bulo del 11-M.

De manera que la controversia está en su momento crítico, y se hace imprescindible que otros testimonios, o un careo entre quienes ahora se contradicen, aclaren lo ocurrido. Todo lo cual, según concluye un informador, podría abrir la puerta a que se investigue si realmente la banda tuvo algo que ver con el 11-M, que viene siendo una «piedra angular» de la que se viene llamando «conspiranoia», o sea, tesis conspiratoria auspiciada esencialmente por parte del PP, en particular por parte de Zaplana y sostenida contra viento y marea por alguno de sus medios informativos afines, para confundir y rechazar la tesis oficial de autoría inequívoca de los fanáticos islamistas que unos días más tarde se suicidaron en Leganés. El juez Bermúdez deberá resolver las dudas finales que Mera ha venido a trasladar o potenciar.