Estimados señores de la Asociación Cultural Alicante Vivo, simpatizantes y arquitectos implicados, opinantes en general y ciudadanos varios:

Quisiera plantear mi opinión al respecto de la polémica suscitada por la conservación o no del famoso silo de la antigua fábrica de Harinas Magro. Soy ingeniero civil, y en estas edificaciones compartimos con arquitectos e ingenieros industriales las competencias profesionales. Pero sobre todo me interesa todo lo que atañe a mi ciudad y su desarrollo.

En primer lugar, expreso mi respeto hacia las opiniones a favor de conservar el silo. No sería el primero que se restaura y dedica a otros fines. No obstante, a los "conservacionistas" se les puede hacer algún reproche, ya que el proyecto de la entrada del AVE a la estación de Alicante redactado por la empresa pública ADIF en el que se incluye la demolición del silo ha pasado todos sus pertinentes trámites de aprobación de antecedentes, con sus correspondientes exposiciones al público sin que se hayan utilizado por nadie para presentar alegación alguna a este respecto. En todo caso, tan respetable debe ser esta opinión como la contraria. Llama la atención que en el blog Alicante Vivo se vitupere y ridiculice a una persona que ha opinado en contra, y además quedando en el anonimato seguramente por miedo a que, al publicar su opinión, se le pudiera dar el trato que efectivamente se le ha dado. No ha ayudado nada que en esa opinión también se viertan descalificaciones a los "conservacionistas".

Debates como éste, aunque tardío y por tanto inoportuno porque conlleva posibles retrasos en una obra estratégica para nuestra ciudad, son muy útiles y hasta recomendables para una comunidad viva y preocupada por asuntos que atañen a la cultura y a la historia de nuestro pueblo.

Pero para que sean auténticos debates el principio básico es que deben plantearse con seriedad, que quiere decir estudio y documentación; con respeto, escuchando todas las opiniones, y con espíritu abierto, buscando la mejor de las soluciones.

Es demasiado frecuente en estos tiempos comprobar que determinada línea de opiniones parecen vetadas, y los que las expresan deben ser marcados con un determinado estigma de "destructor-constructor, anticultural, retrógrado, etcétera". Esto no es debatir, no hagamos caso a los programas de la "tele". Los "conservacionistas" arquitectónicos no tienen la razón absoluta por definición, como tampoco la tienen los "demolicionistas" y que la Real Academia me perdone.

Por lo tanto, seamos capaces de mantener este debate dentro de las reglas y dará con seguridad frutos positivos. Lo contrario es romper, separar, dividir nuestra sociedad. Y hoy más que nunca nos necesitamos unidos. Retomemos la senda de la auténtica cultura: discrepar si es preciso, pero con gentileza.

En cuanto a lo del silo, pedir su conservación requiere mucho más estudio que los bocetos y opiniones lanzadas hasta el momento. Lo que sí digo no es opinión, sino un dato objetivo: tal silo no está catalogado como edificio a conservar en nuestro Plan General, que es la norma básica para estas cuestiones. Esto podrá parecer prosaico a los "conservacionistas", pero los arquitectos son profesionales del Urbanismo y deberían manejar estas cuestiones.

Esta ciudad nuestra no está huérfana de criterios al respecto. Tenemos una normativa urbanística y está para ser cumplida, mientras no se modifique.

Que el silo justifique una catalogación nueva es "harina de otro costal", y perdón por la imagen.