Con Leire, Alarte y Barceló a la cabeza o lo que sea, el pesepevé reunió ayer a una buena basca para pasar revista y ver qué pasa. Vamos, digo yo que sería para eso. Pero la llamada a rebato no la tuvo en exclusiva. Camps convocó a los suyos para celebrar un cumple: "2003-2010. Tots junts anem a més". Con este plan no sé si vamos a traer mucho turismo. Esperemos que, al menos, no lo espante que para eso ya estamos nosotros. Me refiero a espantados. Y la verdad es que empiezo a dudar que tenga algún sentido lo a pecho que a veces nos lo tomamos. Lo digo porque, de reuniones como las acaecidas, el mensaje más nítido que sale es lo contentísimo que están con ellos mismos y lo bien posicionados que se encuentran para conseguir las metas respectivas. En este caso es fácil de explicar porque el momento que atraviesa la Comunidad no puede ser más idílico. El partido en el Gobierno es feliz y, la oposición, no le va a la zaga. Basta con oír a sus portavoces. Para Blasco, vivimos en un nirvana y el president es la leche, da igual el estado que presente e, incluso, el que pueda llegar a presentar. Es decir que, para los efectos, resulta inverosímil que la primera autoridad esté entera, semidesnatada, cortada o hervida. Lo importante es que dé leche. Desde la otra acera, y mirando el producto que tan magistralmente ordeña Blasco, diferentes voces coinciden en que está "chupao". Por poner una pega, aunque no sea fácil, habría que señalar el papel de Ángel Luna como un elemento distorsionador en este paraíso. El portavoz en las Cortes incomoda, y eso tampoco es. De hecho los suyos no se hartan de buscarle acomodo filtrando destinos. Él sigue rebelándose y hasta ha saltado al ruedo con el único propósito de aventurar que no se va a otro lado. Pero, en fin, una vez que se solventen estos pequeños inconvenientes seguiremos encantados de habernos conocido y todos los esfuerzos en ese sentido habrán merecido la pena. Penita, pena.