La verdad es que se nos hace la boca agua sólo con pensar lo que puede dar de sí la adaptación de Las chicas de oro con los rostros de Lola Herrera, Concha Velasco, Carmen Maura y Alicia Hermida. Por el momento solamente se van a grabar doce episodios. Pero por una vez, creo que podrían arriesgar, y no esperar al dictamen de las audiencias para grabar varios más. Teniendo en cuenta que el original permaneció en antena durante una década, y los guiones son tan extensos como eficaces, no habría demasiados problemas para perpetuar el experimento.

El problema, imagino, no va a estar tanto en la respuesta del público como en la agenda de las cuatro actrices protagonistas. Concha Velasco desembarca en septiembre en el escenario de La Latina con La vida por delante, donde llenará todo el tiempo que quiera. Lola Herrera está a punto de estrenar función, y a Carmen Maura le encantan los rodajes, así sean muy lejos de Madrid.

Pero doce episodios nos van a saber a muy poco. Doce episodios son los justos para familiarizarnos con ellas. Para captar su sentido del humor. Para afianzar sus personalidades. Para establecer la química adecuada. De verdad que donde empieza a crecer una serie como Las chicas de oro es a partir de la segunda tanda, cuando se produce la empatía completa entre actrices y público. Cuando todo viene rodado.

Es de prever que con semejante elenco, y emitida sin pausas publicitarias, la nueva versión de Las chicas de oro sea el éxito que la televisión pública necesita, en esta temporada de apuros presupuestarios que se avecina, para mantener la confianza de los espectadores, y para tapar la boca a quienes quisieran verla hecha escombros.