Resulta curioso o sorprendente que muchas de las ideas que aparecen o surgen desde muchos puntos del país para mejorar la calidad y el nivel de vida no se plasmen ni a nivel estatal ni de las comunidades autónomas que tienen competencias transferidas en las distintas materias. Y llega a sorprendernos esta forma de actuar de rechazo de los proyectos que surgen cuando no son precisamente ideas lo que sobran en la actualidad, pero sí que falta la decisión de poder asumir lo que es bueno y positivo y llevarlo a la práctica, ya en reformas legislativas, o en temas que pueden aplicarse directamente.

En economía, sanidad, educación, justicia, trabajo, o servicios sociales existen numerosos expertos en nuestro país que acaban por cansarse de que no se les haga caso y terminan por marcharse del país en algunos casos, y, en otros, en dejar de aportar nada más ante el panorama de negatividad y oposición a aceptar ideas que no salgan de los propios centros de cada administración debidamente elaboradas. Y es que la costumbre de rechazar todas las ideas que no surjan desde el interior de la Administración nos está llevando a que la carencia de ideas nos sitúe en muchos terrenos en un auténtico parón y en la suspensión del progreso que teníamos que haber iniciado ya. Y conste que no es este un comentario político, ya que se extiende a todo el país y comunidades del signo que sean, sino una voz para reclamar que la paralización de ideas corre en paralelo a la negativa a aceptar posiciones que mejorarían muchos sectores de nuestra sociedad.

Si uno lee cualquier revista de carácter técnico, o incluso artículos de opinión en prensa local y nacional, se podrá dar cuenta de la gran cantidad de ideas, propuestas, sugerencias que surgen todos los días desde diferentes especialistas y expertos de todo el país. Sólo en el ámbito de la Administración de Justicia no se puede imaginar el lector la cantidad de artículos doctrinales de prestigiosas firmas que se publican un día sí y otro también en las diferentes revistas de gran calidad que se publican en el sector del Derecho. Propuestas con lógica y sentido común que de llevarse a la práctica resolverían cada uno de los problemas que plantean los autores. Se pueden leer, por ello, en todas las revistas firmas de autores de todo el país, absolutamente cualificados para opinar, pero sin que las propuestas que surgen se vean luego reflejados ni en reformas legislativas, ni en aplicaciones prácticas en las materias que no precisan de una reforma legal, sino de la decisión de un responsable de la Administración de que la idea es buena y que debe ser aplicada.

Si hubiera alguien responsable de leer estas ideas, o de recibir las que surgen desde diferentes sectores, desde la Universidad, de la propia Administración encargada de dar un servicio público, la situación mejoraría. Pero seguimos sin entender la obstinación permanente que existe en no querer escuchar la voz de los expertos, de los que se enfrentan diariamente a los problemas, y que son, en definitiva, los que saben perfectamente dónde está la clave para resolverlos. Así, van pasando los días, los meses y los años y comprobamos que los problemas de hace cinco, diez y quince años son los mismos problemas que ahora, sin que nadie haya acertado en "tocar la tecla" que resolvería problemas que nos impiden avanzar, en la línea que ya está ocurriendo en otros países. Y al final, lo que ocurre es que muchas de estas ideas se exportan a otros puntos de Europa o América, ya que los autores cualificados las exportan a otros países o que, como decimos, los autores de plasmarlas se acaban cansando de tanta y tanta negativa a recogerlas y dejen de presentarlas. Porque lo peor que puede pensar un gestor es que tiene patrimonializados los tiempos de la resolución de los problemas haciendo abstracción de que fuera de su entorno puede haber alguien que tenga más razón que él en una forma de afrontar los problemas que todos sufrimos todos los días. Es esta, por todo ello, una curiosa forma de plantear "la guerra de las ideas". El problema es que nadie se ha dado cuenta todavía que esta guerra es entre nosotros y los problemas que tiene la sociedad, no entre nosotrosÉ y nosotros que es lo que está pasando ahora, y, por lo visto, parece que es esto últimoÉ Que mientras luchamos entre nosotros, y no sabemos por qué intereses, los problemas se quedan sin resolver un año tras otro. ¿Hasta cuándo?...