El virtuosismo está muy bien. Pero no sólo de eso vive el jazz.

Por muy bueno que sea un ejercicio no es suficiente si no va acompañado de otros factores. Y no quiero decir que la actuación vista el sábado en el Fijjaz no tenga otras consistencias. La Stanley Clarke Band está liderada por el gran bajista estadounidense que da nombre al cuarteto. El contrabajo es la herramienta utilizada por el músico en esta actuación.

El control y el ritmo musical del artista le definen como el más grande del mundo en esta materia. De ello hizo gala en Lucentum ante un extenso número de espectadores que aplaudieron las virtudes de un Stanley Clarke junto a la gratificante tarea de los teclados de Ruslan Sirota, la batería de Ronald Bruner (junior) y la pianista japonesa Hiromi.

Esta mujer de 30 años toca con mucho nervio, teatralidad y de una forma casi circense. Al margen de ese espectáculo, el instrumento vibra y logra un relieve muy aplaudido por la afición. Puede haber algún exceso de efectismo, como decía al comienzo, pero nadie duda de la capacidad de la nipona Hiromi Uehara ante el piano.

La energía de una mujer orquesta con luz verde para improvisar y en búsqueda de nuevos caminos musicales. Le gusta el riesgo, se divierte mucho, consigue que el piano sea feliz y deja un recuerdo notable al espectador. Es obvio. Pone en práctica una cita a ciegas con el instrumento, le da vida al piano y las teclas la enloquecen. Forman una pareja con ganas de marcha y tiene un primer álbum en solitario bajo el título de "Place to be".

Naturalmente, en el concierto del Festival de Jazz comparte su tarea con el contrabajista y los otros tres músicos. Stanley Clarke no se queda atrás manejando las cuerdas. El contrabajo suena a fusión jazzística, con estilos como el funk o el post-bop, y adquiere una gran musicalidad y un enorme aliento en sus dedos.

No en vano goza en su haber importantes galardones: Grammys, Emmys o discos de oro y platino. Un buscador de nuevos retos con una creatividad demostrada la otra noche. El rhythm & blues, el jazz rock, el soul, el pop o incluso la música clásica tienen cabida en el repertorio musical. "Journey to love", "Project", "At the movies" o "The toys of men" forman parte de su colección. Los sonidos y la velocidad de este bajista tienen una calidad indudable con tendencia a un cierto exhibicionismo. En esas mismas circunstancias vemos al espectacular baterista Ronald Bruner Jr.