La anterior y explosiva juerga fue hace cuatro años en el coso alicantino. Por allí salió a hombros Alejandro Fernández tras una faena que encendió a su amplio número de fans, especialmente compuesto por féminas. El jueves, en la zona Volvo del Puerto, miles de aficionados de todas las especies llenaban el recinto para aplaudir nuevamente a El Potrillo de México, uno de esos románticos empedernidos que fusiona el pop con la música tradicional de su país. La potente garganta de Alejandro Fernández nos sirve en bandeja un extenso repertorio con la expresividad exhibida en cada actuación. Vestido de charro interpreta al principio canciones ubicadas en la tradición del mariachi. Ahí se encuentra el origen de esta figura latina, ya que su padre, el cantante ranchero Vicente Fernández, se hizo muy famoso interpretando la popular El rey. Éste es precisamente el último tema que cantó su hijo. Pero antes canta otros muchos. Dentro de la exaltación del folclore mexicano cabalgan en fila ¿Dónde vas tan sola?, Llorando penas, Ojo por ojo, La mitad que me faltaba, Tú regresarás, Que digan misa y algunos más. La clásica Serenata huastecaEs la mujer, una de sus numerosas canciones dedicadas a ellas con la calentura de los machotes mexicanos. Cascos ligeros es otro buen ejemplo. Es decir, los discutibles tópicos románticos y folclóricos campean en serie pero muy al gusto de los más incondicionales, quienes dominan las letras. La variada sonoridad de la orquesta interviene en un cuidadoso montaje lleno de luces y con tres pantallas de vídeo. La voz de México, la del vigoroso baladista Alejandro Fernández, le canta al amor perdido, al que nunca se olvida y a la capacidad de amar. Abre su corazón, contagia a la hinchada e imprime su sello. Interpreta Estuve, PecadoraBandida del disco Tradición. Forman parte del doble álbum Dos mundos. Así las cosas, el artista azteca no paraba de cantar. Cuando digo tu nombre, No lo bese, Me hace tanto bien o el primer single, Se me va la voz, del CD Evolución. He ahí estos dos vitales mundos de Alejandro Fernández. Ya con la camiseta de La Roja, un aplaudido agasajo, surgieron Me cansé de rogarle, Si nos dejan o, como hemos dicho, El rey. El guateque nocturno disparó el termómetro.