El orden de los factores no altera el producto y buena prueba de ello fue la segunda llamada del Festival de Jazz de Alicante. El binomio flamenco-jazz jazz-flamenco, o lo que es lo mismo, Michel Camilo y Tomatito, dio una vez más, una lección de música virtuosa con un diálogo ecuánime y constante.

La historia de esta singular pareja se escribe a principios de 1990. El grupo Ketama los presentó en la grabación de un disco que el propio Camilo producía. Desde entonces se sucedieron conciertos en importantes festivales de jazz de todo el mundo. Este periplo debía quedar constatado en un catálogo discográfico, y así se fraguó Spain en el año 2000. Pero esto fue sólo la primera de las dos entregas que nos regalaron, llegando seis años más tarde Spain again.

La consecuencia es un lenguaje musical de dos instrumentos que no suelen ser colaboradores usuales, pero en manos de un versado del jazz y de un diestro del flamenco suena a viejos compañeros que se modelan en uno solo. Un intercambio de culturas, una mezcla de ritmos que aporta un sonido nuevo y desusado en una época de fusiones con un sello propio.

Durante este tiempo ambos músicos han convergido hacia un espacio común sin renunciar a sus raíces, fusionando el espíritu del jazz con el duende del flamenco. Lorca ya lo visionó, encontrando un parentesco emocional entre la cultura gitana y la cultura negra en su doble vertiente, afroamericano y afrocubana. Dos expresiones profundas, raciales y con innegables puntos en común.

Iniciaron la velada con un tributo al compositor argentino Astor Piazzolla, Libertango, que hizo de preludio a Carlos Gardel, con un Tomatito casi en solitario presentando lo esencial del tema de El día que me quieras.

En A mi niño José Tomatito y Camilo hicieron gala de virtuosismo sobre el compás de 12 tiempos de las bulerías. Los planos sonoros del piano y la guitarra aparecieron perfectamente diferenciados. La riqueza armónica del jazz hizo de esta pieza una de las más ovacionadas de la noche.

Se sucedieron temas como Stella by Starlight, sumergiéndose en el jazz, Fuga y misterio y La vacilona. En esta última primó la dificultad técnica sobre la riqueza de matices, con un Camilo demasiado metido en sí mismo, haciendo ostentación de una técnica de la que está claramente sobrado.

Durante los solos fue manifiesto el respeto por el espacio improvisado del otro, cuando el momento así lo requirió.

Con el tema de amor de Two much llegó la calma, con un más que logrado balance sonoro gracias al cuidado de las dinámicas y de los timbres de ambos instrumentos.

Michel Camilo puso el punto final del concierto con La fiesta, donde vibró con una portentosa digitación, siendo una de las mejores propuestas de la noche.

Una larga ovación del público obligó a la salida al escenario nuevamente de los músicos, clausurando el evento con la canción que da nombre al primer disco de este híbrido musical, Spain, y el tango Para Troilo y Salgán, original del guitarrista Luis Salinas.

Michel Camilo y Tomatito encandilaron durante hora y media a un auditorio sin localidades disponibles. Como todo matrimonio bien avenido, hicieron partícipe al público de su particular aventura musical, con una innegable compenetración, dejándose cautivar hacia donde la música les quiere llevar.