Cuando más hace falta utilizar la imaginación es cuando las cosas vienen mal dadas. Y también, cuando más hace falta agudizar el ingenio es ahora en pleno proceso de necesidad de recuperación económica y de encontrar nuevos puestos de trabajo o nuevas vías que antes eran impensables en una sociedad que no tenía casi cinco millones de parados. Pues bien, aunque sin estas condiciones y circunstancias surgió hace años una nueva fórmula de trabajar que dista muy lejos de la tradicional que todos conocemos de respetar unos horarios o unos módulos de dedicación a una actividad laboral concreta. Es lo que se ha venido a denominar como el "teletrabajo". Veamos en qué consiste y qué ventajas nos puede deparar.

El teletrabajo, o literalmente trabajo a distancia, se refiere al desempeño de un trabajo de manera regular en un lugar diferente del centro de trabajo habitual. Suele referirse a trabajos de oficina que precisan de una interacción mínima con el cliente y que no requieren de presencialidad. Es habitual el uso de medios informáticos para comunicarse con los clientes o compañeros de trabajo, para el envío de resultados y, en la mayoría de los casos, para la realización de la actividad. Es una forma de trabajo en la que éste se realiza en un lugar alejado de las oficinas centrales o de las instalaciones de producción, mediante la utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación.

En cualquier época no hubiéramos pensado que era posible trabajar desde tu propia casa, sin horarios, sin una obligación de asistencia presencial y, sobre todo, lo que muchos trabajadores acaban odiando, como es el trato con gente que les acaba sacando de sus casillas con la forma tan peculiar de ser que tienen algunas personas que acuden a centros de trabajo, tratando a los trabajadores como si fueran empleados suyos o exigiendo respuestas y soluciones que a veces no se pueden dar. Pues esto y otras muchas más cosas desaparecen hoy en día con el invento del teletrabajo. Un sistema que se utiliza por muchas personas, por ejemplo, en el diseño de páginas web, o en los medios de comunicación o en editoriales, confección de estudios, artículos, reportajes, confección de libros de autores, elaboración y diseño de revistas, etcétera, que sólo exigen un resultado concreto de publicación que se puede hacer perfectamente desde tu propia casa y cuando uno quiera, siempre y cuando se cumplan los plazos.

Muchas veces hemos envidiado a los actores de esas películas de escritores que se van a un lugar paradisiaco, una playa, una zona de montaña, para escribir una novela, y encontrar, para ello, un lugar en donde poder concentrarse para poder escribir una obra en el tiempo que le ha dado la editorial. Tienen que salir del mundanal ruido para concentrarse y trabajar mejor. Realmente enviadiable. Te levantas cuando quieres, trabajas cuando quieres y sólo hay un factor a tener en cuenta, que es el de tu propia responsabilidad en saber cumplir los plazos que te marca aquella entidad a la que le tienes que enviar el resultado de tu obra. Porque, claro está, el teletrabajo tiene sus ventajas, pero los plazos son los plazos y estos sí que tienen que cumplirse de forma escrupulosa. Lo puedes hacer cuando quieres, pero tienes que hacerlo. Y además bien. Porque es cierto que hay muchas actividades en las que se pierde un precioso tiempo por el mero hecho de acudir a un puesto de trabajo. Piénsese en ciudades donde puedes tardar más de media hora, o mucho más en algunas como Madrid o Barcelona, en llegar a tu trabajo y otra igual para regresar a casa. Además, surgen incidentes que no te permiten desempeñar correctamente tu trabajo en atender cuestiones que no son importantes y que te quitan tiempo para dedicarte a lo tuyo propiamente. Y al final, el horario invertido en el día se ha perdido en desplazamientos, en atender lo que no es tu actividad de resultado concreto y otros temas que sumados todos al final de año suponen un cúmulo de horas que están realmente perdidas y repercuten en la cuenta de resultados de tu actividad y de la empresa privada o pública para la que trabajas. Pues bien, en general se establecen tres tipos básicos de teletrabajo: Trabajo en el domicilio propio: que puede ser por cuenta ajena o autónomo. Oficinas satélite: vinculada a grandes corporaciones, tienen sus referentes en iniciativas como las de IBM que decide que el 50% de su plantilla practique alguna forma de teletrabajo. Telecentros públicos o privados que ofertan recursos compartidos. En este último punto deberíamos abrir el debate acerca de si podríamos incrementar nuestra cuenta de resultados si pudiéramos ser más operativos fomentando el teletrabajo y exigiendo más una cifra de resultados que una cifra de horas trabajadas al año que, en realidad, no nos dice absolutamente nada a la hora de medir nuestra capacidad de rendimiento. Y conste que en la Administración pública, empezando por la Justicia, todavía no se ha pensado de qué manera se podrían ofrecer puestos de teletrabajo para exigir unos determinados resultados más que un horario a respetar, ya que es mejor lo primero que lo segundo, al permitirnos medir lo que podemos exigir y, por ello, lo que podemos alcanzar. Es preciso abrir el debate con esta idea y plantearnos si podemos ser más eficaces con otros métodos que surgen como alternativas para conseguir mejorar la cifra de resultados con los mismos medios o incluso con los que nos ahorramos con la ausencia presencial del trabajador y además con más calidad de vida para el trabajador. La imaginación al poder... Si nos dejan utilizarla y si alguien tiene algún interés en que esto funcione, aunque esto es otra cuestión y otro debate, si cabe, más largo.