Será el Athletic el encargado de subir el telón de la temporada. Suena bien todo un clásico. Ese último fin de semana de agosto no pocos norteños andarán aún entre nosotros. Y una parte de los que no lo tuvieran previsto es posible que acomode sus planes para tener un completo, aunque sea éste. Los hoteles llevan días entrando en contacto con los clubs que nos han de visitar. La competencia es a muerte. Como un derbi entre eternos rivales. El invento mueve lo suyo y, después de ganar el Mundial, ni se sabe. Los entendidos calculan que, tras hacerlo los "azurri", se incrementó el turisteo en Italia un diez por ciento. Teniendo en cuenta que los estandartes de aquellos campeones fueron Materazzi y Cannavaro, deberíamos triplicar el porcentaje al menos. Porque además hay que sumar aspectos propios. La expectativa de encontrarte con Iker y con Sara dispara el tirón. Y ambos tienen predilección por Alicante. De ser el Patronato de Turismo, yo haría una ruta. Iker ha venido cada dos por tres al Golf donde los chavales han disfrutado los ratos que el capitanazo les ha dedicado y seguro que ha estado ahí en la avenida de Cataluña, en "Casa Pepe" naturalmente, santuario merengón donde los haya. Sara se alojó hace un año en el Sidi y, que yo sepa, estuvo picoteando en "Lorea" donde servía una amiga de mi chavala que se quedó prendada del bellezón. El domingo me llegó que la pareja andaba por la playa. Estuve a punto de llamar a Urbaneja, que es el más pendiente. Se trató de una falsa alarma, pero la movida fue tremenda. Me encontraba, por cierto, contribuyendo a la causa. Es decir dejándome los 50 euros de rigor en un sitio agradable, que acaba de cambiar de dueño y en el que, aunque éramos pocos, pifiaron con la bebida, las entradas y los platos en relación con lo pedido. Ahí seguimos, señores. A pesar de las expectativas, lejos de la Champions.