La llegada de dos pateras, procedentes de Argelia, a las costas de Santa Pola y Benidorm, vuelve a poner de manifiesto el drama humano y social de unas personas que huyen de su país de origen en busca de nuevas oportunidades, o de una vida mejor simplemente. Hay que tener mucho arrojo, o estar muy desesperado, para emprender una aventura de estas características: jugarse la piel para cruzar el mar, toda una epopeya repleta de incertidumbres. En 2008, Elche Acoge, con la colaboración del grupo de agitación artística "Museo de Arte Extemporáneo" ejecutó una "acción" en el Gran Teatro bajo el título "Son Solubles" y con la intención de reflexionar sobre la tragedia cotidiana de los cientos y cientos de personas que cruzan el Mediterráneo desde las costas magrebíes. Pretendíamos entonces, y pretendemos ahora, subrayar ante todo la condición humana de estos "viajeros" tan singulares.

Nos encontramos sin embargo con el hecho de que los discursos políticos no varían, o siguen dando vueltas sobre un mismo eje: el problema de este tipo de inmigración irregular es exclusivamente policial. Basta ver como, a raíz de estas dos últimas pateras, los dos partidos mayoritarios se han vuelto a enzarzar sobre el correcto funcionamiento o no del Sistema Integrado de Vigilancia de Costas (SIVE). Es decir, sobre si los radares de vigilancia marítima detectan a los cayucos cuando todavía se encuentran en altamar. El Gobierno autonómico culpa al Gobierno central de que los radares no están funcionando, y el Gobierno central exhibe datos sobre el descenso de pateras que se ha producido en los últimos tres años. Datos y datos. Nadie habla de personas, como si éstas no existieran: o se ven reducidas a meros números. Poco importan sus historias de vida o su nivel de desesperación.

Y el discurso político, observamos desde la Fundación Elche Acoge, contamina también el discurso mediático: el problema se ve reducido a números y a la reproducción del rifirrafe político, cuando no se reviste de un tono de alarma, de "invasión", de "avalancha", como si una veintena de personas extranjeras fueran a poner en riesgo nuestro sistema de vida.

El eje central del ideario de Elche Acoge pivota en torno a los principios de solidaridad y de respeto por los derechos humanos. Por eso queremos hacer notar la importancia de hacerse otro tipo de preguntas, al margen de los dichosos radares, ante este tipo de situaciones. Hay que preguntarse acerca de las causas estructurales de estas "travesías" inhumanas. ¿Por qué arriesgan sus vidas estas personas? ¿Por qué huyen de países que, como es el caso de Argelia, disponen de riqueza más que suficiente para poder hacer frente a las necesidades de todos sus habitantes? ¿Por qué no se habla de la corrupción de las burocracias estatistas que asfixian el normal desarrollo de sus economías y un reparto justo y equilibrado de la riqueza? ¿Quién comercia con estos países y opta al mismo tiempo por girar la cabeza ante situaciones de injusticia y pobreza? Y es que la cuestión reside en las personas. No en los radares.

(*)Firma también el artículo el equipo de trabajadores de Elche Acoge.