Modesto Crespo tiene fama de que, en las reuniones con el resto de colegas representativos del sector que está rediseñándose a instancias del Banco de España y con el respaldo de Zapatero y de Rajoy, habla poco. Poco es algo. En cambio se sabe que, dentro de las negociaciones que mantiene la entidad que preside para alcanzar acuerdos y que llevan camino de superar el récord mundial de la especialidad, cada diez minutos llama a Camps. Bueno, tampoco hay que exagerar. Según mis fuentes, es cada cinco. Madrid es de hecho un hervidero debido a que los vaivenes ofrecidos por la Cam tienen ya tantos capítulos como "Amar en tiempos revueltos", pero con poco margen para la ternura. Incluso está de los nervios el equipo del gobernador que, en vista del resultado obtenido tras lo fino que ha hilado, ha cambiado de estrategia y debe estar jugando más limpio ya que Van Bommel y De Jong. En este momento, la desorientación prima. Ni el Banco ni Menéndez ni los consejeros de la Cam ni sus ejecutivos saben muy bien por dónde tirar. Corrió como la pólvora que, a estos últimos, se les iba a obligar a convocar consejo extraordinario para arreglar el entuerto y todavía no hay fecha ni para uno ordinario. Sin embargo sí la hay, y muy cercana, para que se reúna la Confederación Española de Cajas de Ahorros donde algún que otro tiene esperanza de que se produzca una intermediación efectiva. No es fácil porque, entre todos, están llevando a la Cam de la Ceca a la Meca. En el último episodio, la portavoz del Consell mostró su respaldo al consejo y a los ejecutivos que se opusieron a entregar los superpoderes a pesar de que el del hilo directo defiende lo contrario. La duda que se suscita es tremenda. Nada más y nada menos que saber qué trasladará en los diferentes ámbitos, incluido cada cinco minutos. Y lo consecuente en este nuevo escenario sería que el jefe del Consell no se le pusiera. Tratándose de Modesto Crespo, con pocas palabras basta.