Este artículo hubiera tenido un contexto diferente hace una semana. Entonces, los grupos municipales del PP y del PSOE y los directivos del Hércules, todavía con el calor en el cuerpo de las Hogueras y de las celebraciones por el ascenso del equipo a Primera División, pusieron en escena un confuso y difuso proyecto económico-urbanístico que suponía la fusión fría de la ciudad y del Hércules con el objetivo de paliar el vergonzoso estado de salud del estadio Rico Pérez, difícil de mantener en su consentida decrepitud durante la próxima temporada, al que se sumó un adorno estético con la reforma de las otras instalaciones deportivas del Tossal.

Pero, desde entonces han sucedido hechos relevantes que desvirtúan lo acordado entonces y ponen de manifiesto, una vez más, los errores y cortinas de humo que caracterizaban el susodicho acto público. Además, y como si fuera una negra premonición, los acontecimientos político-judiciales coincidieron con la luctuosa noticia del fallecimiento de don José Rico Pérez, símbolo de la grandeza del Hércules CF y titular onomástico del estadio. Efectivamente, no fueron una buena víspera y celebración de San Fermín para estas cuestiones y, sobre todo, para algunos de sus protagonistas.

Durante aquellos días los acontecimientos se precipitaron. Detención y posterior imputación penal de Enrique Ortiz, propietario mayoritario del Hércules SAD por un grave asunto de corrupción político-empresarial. Detención y posterior imputación penal de José Joaquín Ripoll, concejal del Ayuntamiento de Alicante, presidente provincial del PP y presidente de la Diputación Provincial. Fulminante y precipitado abandono del acuerdo inicial por parte del grupo municipal socialista, al que se había sumado en un inexplicable acto de funanbulismo político. En definitiva, a nuestro juicio, todo ello contamina irremediablemente el presente y el futuro de la idea milagrosa que la alcaldesa Castedo había improvisado irresponsablemente en un plis plas.

Sin embargo, lo publicado sobre el mencionado acuerdo Ayuntamiento-Hércules olía mal desde el principio, porque parecía más que una propuesta seria sobre la conveniente colaboración entre la ciudad y su principal equipo de fútbol, un intento teatral de los participantes para hacer ver a la ciudadanía que trabajaban, todos a una, en la solución de un grave problema como es el deterioro del estadio Rico Pérez y en la, hasta ahora, inviabilidad económica del Hércules SAD.

Además, la propuesta, incluso aceptando la tesis de que no fuese una cortina de humo, despedía malos olores por otras razones, pues se fundaba en el fracasado y obsoleto modelo de que la salvación económica del Hércules SAD tiene que hacerse recurriendo al urbanismo, modificando arbitrariamente el Plan General, previendo plusvalías intolerables para el principal accionista de la sociedad a costa del patrimonio municipal de todos los ciudadanos o programando un rocambolesco retorno del estadio Rico Pérez a la propiedad pública. Una retahíla de desatinos.

En efecto, la propuesta es poco creíble y más parece un tiro por elevación. Sólo en los últimos días han comenzado algunas de las reparaciones imprescindibles que necesita el estadio a costa, suponemos, de los más de cuatro millones previstos en el contrato de venta municipal del estadio de 2007. Pero, los acordantes dicen que se destinarán 45 millones, sin que esté nada claro quién los va a poner, ni cómo, ni cuando. Si sería Enrique Ortiz, el Grupo Cívica, los accionistas del Hércules SAD o quién demonios. Aunque lo único nítido es que las contrapartidas municipales en materia urbanística recaerían en el principal accionista de la sociedad deportiva.

En este punto conviene no olvidar que la mencionada cuantía constituye una de las más importantes inversiones municipales realizadas jamás, por lo que debería garantizarse que el precio fuese justo y que los contratistas que lo ejecuten fuesen seleccionados mediante un sistema de concurrencia pública, evitando la impresión de que siempre está el mismo en todas las salsas, o mejor dicho, que siempre actúa conforme al dicho de Juan Palomo "yo me lo guiso y yo me lo como", con el Ayuntamiento y su patrimonio de colaborador necesario.

Además, los términos publicados del acuerdo abren multitud de interrogantes o si se quiere de inaceptables certezas. Si el Ayuntamiento vendió el Rico Pérez a Aligestión por algo más de 11 millones de euros ¿cómo es que ahora la prevista recompra municipal se haría por un coste de unos 45 millones? En este caso las plusvalías de Aligestión serían sublimes. ¿Por qué tiene el Hércules que reparar las instalaciones deportivas municipales del Tossal? ¿Por qué tiene que volver el estadio a propiedad municipal tras las reparaciones? ¿Por qué todas las reparaciones y transacciones previstas se hacen entre el Hércules SAD, Ayuntamiento y Enrique Ortiz, sin concurso público alguno? ¿Quién y cómo ha cuantificado el coste de las reparaciones y de las permutas urbanísticas municipales?

En cualquier caso por este camino, si todas las actuaciones urbanas llámense soterramiento del AVE, Palacio de Congresos de la Sangueta, salvamento económico de la sociedad anónima deportiva Hércules, reforma del estadio Rico Pérez o pago de la nómina y los servicios municipales, tienen que hacerse con plusvalías de suelo urbano, será necesario conquistar por las armas para nuestro término municipal más suelo de los municipios contiguos o renunciar a las actuaciones previstas. En el contexto económico actual y con los mimbres mencionados, parece más probable que el cesto resultante sea esto último.

Una vez más, no parece aceptable que los ciudadanos asistan impasibles o resignados a un nuevo episodio de la brutal lógica inmobiliaria y urbanística de algunos dirigentes políticos y deportivos consistente en que la ciudad se devore así misma para justificar errores, incompetencias o alentar enriquecimientos individuales a costa del patrimonio público.

¥ Firman también este artículo por parte de la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas de Alicante Manuel Alcaráz, Francisco Candela, Isidoro Manteca, Ernest Blasco, Reme Amat, Rafa Bonet y Adrián Martínez.