lunes

big bang

Es majo el tal Iniesta, con su aspecto de monaguillo temeroso de Dios y la tez pálida como un cirio que pudiera derretirse en contacto con la posteridad. Porque, no seamos timoratos, hablamos de posteridad: nos contemplan cincuenta años de penaltis decisivos enviados a la estratosfera, arbitrajes que justifican la paranoia y minutos de descuento que cualquiera aprovechaba para apuntillarnos. Estas plagas fueron expulsadas ayer del adn colectivo para que los adolescentes pintarrajeados pudieran exhibir con naturalidad un pedigrí que a sus mayores se nos negó tercamente ¿Es fruto del azar que el pie de Casillas desviara el remate de Robben o del instinto sobrenatural de un portero antológico? ¿Julio Salinas también habría marcado el gol de Iniesta o se hubiese dislocado la cadera al intentar chutar? Estas y otras reflexiones me alcanzaron anoche, cuando por primera vez pudimos desmentir al poeta: todo cuanto habíamos ambicionado no se esparcía como vana ceniza. Ya les digo que el tal Iniesta parece majo.

martes

furia española

El beso más largo de la historia del cine lo protagonizaron Jane Wyman y Regis Tommey y duraba tres minutos. Aunque las carreras de ambos languidecieron comprensiblemente tras el esfuerzo, aquello era ficción y no el arrebato espontáneo de Casillas al ser entrevistado por su novia. Los españoles retorcemos ese ímpetu con una frase genuina, «no estoy para besos», que puede aplicarse a Montilla tras la fantasmagórica manifestación del sábado (se esfumaron un millón de manifestantes que nadie encuentra ahora) o al director de la radio pública balear, quien olvidó mencionar a sus oyentes que España había ganado a Holanda. Pero ellas sí están para besos y ahí van dos pinceladas: Leire Pajín ha hablado de una «victoria interplanetaria» (lo de esta mujer era la astronomía) y la esposa del viceprimer ministro británico, española con galones, ha prometido enviar a «The Times» una tortilla de patatas para vengar cierta ofensa a Sara Carbonero. Insinuaron que Casillas flaqueaba por su culpa. Ole.

miércoles

el cerrojazo

Circula el rumor de que el PP no aspira a ganar las elecciones, sino a que el PSOE las pierda, y esta especulación acarrea una avalancha de metáforas futbolísticas que no desmiente la intervención de Mariano en el debate sobre el estado de la nación. Se habla profusamente de «salir a ganar» tanto como de «salir a no perder», dos horrendas expresiones que marcan la frontera entre lo pusilánime y la sospecha de inferioridad. En lo que toca al presidente, admitamos como heroico que cada año diga una cosa distinta y siempre culpe al prójimo de que sus predicciones valgan tanto como sus actos. Sale «a no perder», encomendándose a los penaltis del escrutinio con la táctica del juego subterráneo y las interrupciones. Lo maravilloso de esta final es que Mariano hace lo propio, con lo que el diálogo aproximado vendría a ser «yo no pienso hacer nada pero, ¿qué haría usted?». Así, pasados los siglos, horas fueron esperando la tanda de penaltis.

jueves

tiempo de descuento

Llama la atención el contraste entre el rostro presidencial que recibió el lunes a la selección y el de estos dos días en la tribuna del Congreso. Si el primero parecía el de un seleccionador de seleccionadores que se negaba a devolver el trofeo, el del debate presentaba los síntomas de quien ha desayunado vinagreta. Esto es indicativo de la irritación provocada por el desajuste entre fantasía y realidad. Hombres más memorables que ZP la han padecido y ellos ni siquiera pudieron contar con el bálsamo de tener a Rajoy enfrente. Los discretos problemas que debe afrontar no son los presupuestos generales ni el enésimo versículo de la saga estatutaria, sino el agujero del sistema financiero y la manifiesta incapacidad para recortar el gasto público. Como Iniesta no puede hacerlo todo y en Bruselas siguen confiando en la precisión de las reglas matemáticas, alguien tendrá que admitir finalmente que el fondo de rescate se refiere a nosotros y que el Título VIII es un lujo irrazonable.

viernes

sustancias prohibidas

Es paradójico que los esfuerzos de las autoridades sanitarias por prolongar nuestra esperanza de vida sólo estén logrando que crezcan los impulsos suicidas. Primero fue el tabaco (no sé si han observado que las personas que suelen exigir el cumplimiento de las normas antitabaco están más interesadas en dar órdenes que en respirar aire puro) y ahora se amenaza con dos medidas que nos harán más felices a nuestro pesar. La primera es la supresión de los anuncios de contactos en los periódicos (una fuente inagotable de inspiración: recuerden aquel «Seré tuya para siempre. Pago por anticipado»); la segunda, prohibir los bollos y refrescos en colegios. La verdad es que los críos andan gordos, pero me pregunto si Trinidad Jiménez sabe que Iniesta comió peores bollos y bebió esos refrescos. Ha salido escuálido gracias a la sensatez de sus padres que jamás serán ministros pijos y ahora es un emblema de la España profunda.