El Consell ha decidido empezar a apretarse el cinturón. A mí que la administración pública ahorre me parece bien ya que, a fin de cuentas, gestiona el dinero de todos los ciudadanos, es decir, que con sus impuestos y los míos sufraga los gastos públicos. Así que no está mal que dados los tiempos que corren mire cómo puede usar mejor la parte de nuestros sueldos que todos los meses se queda. Dicho esto, me toca un poco las narices que una de las primeras medidas que toma el Gobierno valencianao sea revisar los medicamentos que consumen cien mil ciudadanos, entre mayores de 65 años y enfermos crónicos, al año. Y no digo yo que no lo haga si ha detectado mal uso de los fármacos y puede ahorrarse, como dice que hará, unos 19 millones de euros al año. No es moco de pavo, pero puestos a ser ejemplarizantes con la administración de los recursos públicos quizá hubiera sido más efectivo que empezar a contar las pastillas que se toman nuestros mayores hincarle el diente a la Radiotelevisión Pública Valenciana, que el año pasado perdió la friolera de 93 millones de euros y que lleva unos números rojos acumulados de 278 millones de euros. No soy ni capaz de trasformar la astronómica cifra a las antiguas pesetas de tantos miles de millones que me salen. Es tan irracional lo que está sucediendo en esa casa que mientras en el resto de medios de comunicación privados del mundo mundial los ajustes, los despidos, la contención del gasto están a la orden del día, los directores de la radio y la tele valenciana se subieron el sueldo cada uno en más de 20.000 euros el año pasado. Urge que alguien ponga orden y reconduzca a la RTVV a lo que nunca ha sido: una tele pública, económicamente viable y dedicada a la divulgación cultural de esta comunidad. Pero, claro, eso le podría dar a Camps un fuerte dolor de cabeza y hay que entender que no está para esos trotes ahora que van a quitarnos las pastillas.