Dijeron ciertos "expertos" que, ganando España el Mundial, el producto interior bruto crecería el 0,8 por ciento, pero perdiendo, disminuiría un 0,6. Y esta conclusión tan pretendidamente exacta se confecciona a partir de sesudos estudios que toman como variable independiente el resultado futbolístico. ¿Ustedes lo entienden? Yo, por supuesto, no me lo creo, como tampoco otras tantas cosas que pasan por ser el resultado de una analítica que se maneja en laboratorios de dudosa solvencia.

Sí me parece, sin necesidad de acudir a tales métodos, que el fútbol de filigrana de esta selección de ensueño tendrá un raro efecto: suscitar el acuerdo general, algo que no se consigue por ningún otro conducto, pongamos por caso, por la sentencia de los togados y togadas del TC en el asunto del Estatut, donde hay división de opiniones tanto dentro del propio tribunal como afuera. Tampoco hay consenso en cualquiera de las otras parcelas imaginables, sea en materia social, cultural, educativa, institucional, territorial, etcétera. Sólo por obra y gracia de la magia de La Roja, hay una tregua. En todo lo demás, España es -como quizás siempre ha sido- un país bronco, una fábrica de banderías.

Y lo digo porque no hay manera de que se comparta una cultura de cosas esenciales, obvias: combatir la corrupción, por ejemplo, una cuestión que por razones de salud mental, de sensatez y aprecio a la democracia, por razones éticas y de puro interés de cada cual, debería estar al margen de la bronca y ser un objetivo a batir colectivamente, sea cual sea el bando al que uno se apunte.

No ayuda a centrar el tema algunos estudios sobre la corrupción que he leído últimamente. En una revista especializada, con vitola de seria, esa lacra de la corrupción, que ensucia todo lo que toca y que a todos afecta, es tratada como si fuera un objeto matemático: se toman variables, se mezclan, se cocinan y aparecen unos números que igual se podrían aplicar a este país como al planeta Marte. Se olvida algo elemental: que la corrupción es un fenómeno contextualizado, que tiene que ver con las claves que rigen un concreto modo de funcionamiento social.

En un contexto en que el dinero es el alfa y el omega de las aspiraciones personales, donde reina la especulación, el pelotazo y el negocio fácil; donde se premia socialmente el enriquecimiento exprés y se tilda de imbécil a la persona honrada; en un contexto en que los gobiernos se perpetúan por largos años y cristalizan las subsiguientes clientelas, donde se confunde lo privado con lo público; en un contexto en que se desprecian las instituciones, sean judiciales o policiales, donde se desconoce la sobriedad y se rinde culto al personaje aprovechado, es normal que la corrupción brote a raudales.

Esta Comunidad Valenciana en que vivimos tiene muchos de estos ingredientes. A nadie le debería gustar que se señale a su tierra con el dedo como emblema de la corrupción, pero por desgracia así es. Desde Castellón hasta Alicante, pasando por Valencia, el subsuelo del espacio institucional y económico huele a podrido. Esto todo el mundo lo sabe y lo experimenta, pero las banderías organizadas se dedican a lanzar balones fuera.

La Roja nos ha dado un ejemplo de deportividad y de respeto a las reglas y y a los contrarios. Su poderío está basado en la grandeza de su juego. Gane o pierda la final, quedará en pie la transparencia con que ha desarrollado su propuesta. Todo lo contrario de lo que sucede con los Gürtel y Brugales, donde las banderías que se ven acosadas e investigadas con los instrumentos del Estado de Derecho, no se les ocurre más salida que denunciar al árbitro, pegar patadas y llevarse el balón a su casa cuando les marcan un gol, para clausurar el partido.

País de banderías y de insensatos, con su desprecio a las reglas del juego y la falta de valentía para arrostrar responsabilidades, están esparciendo la podredumbre de las cloacas por las instituciones, haciendo que la democracia se degrade. Sólo nos queda el consuelo y el ejemplo de La Roja, y su lema, que debe resonar todo lo fuerte que se pueda: "Este partido lo vamos a ganar".